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Ultraprocesados ¿sanos?: alimentos que parecen más saludables pero no lo son

Actualizado: Guardar Vivimos un auge de la alimentación saludable. Queremos cuidarnos, pero al mismo tiempo cuesta renunciar a los antojos. La industria lo sabe y, cada vez más, encontramos en las estanterías de los supermercados productos con reclamos comerciales que les hacen parecer mejores opciones, pero que no dejan de ser procesados o ultraprocesados cuyo consumo debería ser ocasional.

Seguro que se han fijado en las nuevas alternativas de bollería en las que se destaca que están elaboradas con harina integral, productos que señalan que no tienen azúcares añadidos, licores, whisky y ginebra con versiones ‘light’; opciones veganas de ultraprocesados, fiambres con reclamos saludables, yogures con bifidus u otros probióticos, y productos que se anuncian como ‘sin colorantes ni conservantes’o llevan en su etiqueta términos como ‘natural’, ‘casero’, ‘artesano’.

Y la última polémica: el etiquetado ‘realfooding’. Pero ¿qué significa? ¿son realmente más saludables? ¿nos dan carta blanca para su consumo? Les adelantamos que no. Como dice Beatriz Robles, dietista-nutricionista, experta en seguridad alimentaria: «La peor elección es la que hacemos pensando que es saludable de forma errónea».

«Si demandamos productos más saludables, nos tratan de vender productos más saludables. Las empresas de lechugas lo tienen fácil. Las que venden galletas, refrescos o ginebras tratan de utilizar herramientas para hacer que eso parezca más saludable, pero un cruasán con harina integral no deja de ser un cruasán. También tratan de disfrazarlo con reclamos del envase, con publicidad, con pequeños maquillajes: galletas a las que añaden vitaminas y minerales; en lugar de azúcar, ponen edulcorante; en vez de aceite de palma, girasol. Al final, en la mayoría de los casos, estos productos están destinados a un consumo puntual o incluso a evitarlos», explica el doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Miguel Ángel Lurueña, autor del blog ‘Gominolas de petróleo’ y del libro ‘Que no te líen con la comida’.

Integrales: No todo vale

Que sí, que los nutricionistas recomiendan que prioricemos los hidratos de carbono integrales frente a los refinados, pero se refieren a los básicos de la dieta: pan, arroz y pasta. No entran en las recomendaciones la bollería y los cereales azucarados de desayuno por mucho que estén hechos con harina integral. «Más allá de ingredientes específicos o de ausencia de ellos, tenemos que valorar el producto en su conjunto. Una fruta siempre será buena con independencia de sus calorías y un cruasán siempre será de consumo ocasional aunque lleve harina integral», explica Beatriz Robles, dietista-nutricionista, experta en seguridad alimentaria y autora del libro ‘Come seguro comiendo de todo’.

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«Durante muchos años hemos pensado en nutrientes de forma aislada y es de lo que se aprovechan estos reclamos comerciales. Cuando destacan un nutriente (alto en fibra, alto en proteína) o la ausencia de éste (sin aceite de palma, sin azúcares añadidos) llaman nuestra atención sobre algo para que no veamos el alimento en su conjunto», concluye la experta.

Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y autor del libro «Que no te líen con la comida», se muestra contundente: «Tratar de buscar salud en un bollo es un error. Un bollo lo comemos para disfrutar de él no para nutrirnos. Hay que priorizar los integrales cuando hablamos de pasta y arroz, no cuando hablamos de galletas o bollos. No mejora nuestra dieta y al final puede hacernos caer en el error de comerlo más a menudo pensando que es saludable», concluye.

Por su parte, Carmen González Vázquez, directora del Máster de Nutrición, Obesidad y Técnicas Culinarias de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) nos invita a hacernos una pregunta para salir de dudas: «¿Qué estamos dejando de comer por desayunar un cruasán? ¿Fruta? Pues entonces, será de consumo ocasional, por mucho que tenga apariencia y etiquetado de saludable» .

Natural, casero, artesano, tradicional, realfooding…

La OCU realizó en 2017 un análisis de etiquetado de 25 alimentos industriales (salsas, purés, bollería, caldos y alimentos precocinados de diferentes marcas) con alegaciones como ‘natural’, ‘artesano’, ‘tradicional’ y ‘casero’. Concluyó que la mayoría de estas afirmaciones son exageradas y confunden a los consumidores. «Son conceptos vacíos porque no tienen detrás una normativa que tengan que cumplir para poder utilizarlos», explica Eztizen Gregorio, portavoz de OCU, desde donde siguen luchando para poder tener una legislación clara sobre esta terminología y que el consumidor sepa lo que está comprando. Otro concepto que todavía no está regulado es el realfooding: «Es una marca o sello que no tiene legislación detrás», señala la portavoz de OCU, quien recuerda que ser light o llevar una etiqueta saludable no da carta blanca para consumo diario: «Una crema de cacao procesada nunca va a ser un elemento de dieta habitual por mucho que lleve una alegación».

Sin conservantes ni colorantes

Es un reclamo habitual desde hace ya años para llamar la atención del consumidor, «pero no quiere decir que sea mejor», aclara Robles. Primero porque, como asegura la experta en seguridad alimentaria, en la UE los aditivos que están autorizados han demostrado su seguridad; y segundo, porque, que no tengan colorantes ni conservantes, «no quiere decir que el producto no tenga otro tipo de aditivos, como emulgentes o potenciadores del sabor».

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Sin azúcar de mesa, pero sí libres o edulcorantes

La OMS recomienda consumir menos de 25 gramos de azúcares libres al día con el fin de reducir el riesgo de padecer sobrepeso, diabetes y caries. Los ‘azúcares libres’ son los monosacáridos (como la glucosa y la fructosa) y los disacáridos (como la sacarosa o azúcar de mesa) que añaden a los alimentos y las bebidas los fabricantes, cocineros y consumidores, pero también se refiere a los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los zumos de frutas y los zumos a base de concentrado. Que un producto no tenga la palabra azúcar en su lista de ingredientes no quiere decir que no lleve otro tipo de azúcares libres. «Los alimentos endulzados con zumos, concentrados o purés de frutas siguen sin ser saludables aunque procedan de la fruta», aclara Robles. En la repostería ‘healthy’ se ha puesto de moda la pasta de dátiles, pero la experta advierte: «Piensas que es un azúcar saludable, pero no es lo mismo que comerse el dátil entero». Para identificar en la etiqueta si un producto lleva azúcares libres, Robles nos da algunas pistas: «Hay un listado amplio pero, en general, todo lo que acabe en -osa (dextrosa, maltosa, sacarosa), lo que tenga jarabe de maíz, de ágave, sirope, si lleva zumos o concentrados de zumos, puré de cualquier fruta o pasta de dátil».Otras veces, detrás del ‘cero azúcar’ hay edulcorantes artificiales. No aportan calorías, pero diferentes estudios apuntan a que su uso puede afectar a la microbiota y a la sensación de saciedad y favorecer la obesidad y la diabetes.

Bebidas de alta graduación ‘light’

Ginebra, whisky, cremas de orujo… las bebidas alcohólicas de alta graduación también se han apuntado a la versión ligera. Para que un licor lleve la etiqueta light tiene que haber reducido su contenido de alcohol al menos en un 30%. ¿Son mejores opciones que sus homólogas con más alcohol? «Si la decisión en firme es consumir una bebida alcohólica, quizá pueda ser una opción para valorar. Seguramente, además de ser reducida su composición en alcohol también haya menos presencia de azúcares. Por lo que podríamos decir que aparentemente sí sería más saludable. Sin embargo, no hay cantidad de alcohol que sea beneficiosa para nuestro cuerpo y hay que tenerlo presente. El alcohol tiene calorías vacías, es decir, no aporta nada. Otra de las cuestiones a tener en cuenta, sobre todo, con los productos light y más relacionados con el alcohol, es la cantidad consumida. En muchas ocasiones, se tiene una idea equivocada que nos lleva a autoengaño. Como es light, puedo tomar más cantidad. Resultando mayor consumo incluso que si se hubiese optado por el producto de referencia ‘no light’», avisa Carmen González Vázquez, directora del Máster en Nutrición, Obesidad y Técnicas Culinarias de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Coincide Beatriz Robles en que este tipo de producto «incrementa las ocasiones de consumo». «Cuando ves light puedes pensar que es más saludable y te tomas 3 en lugar de uno», señala. «La recomendación con el alcohol siempre es evitarlo o por lo menos reducir su consumo», añade Lurueña.

‘Yogures’ con probióticos, bifidus…

Para la barriga, para las defensas…. Con un embalaje similar al de los yogures (solo se puede denominar yogur a la leche coagulada por dos bacterias concretas: Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus y Streptococcus thermophilus) encontramos otros productos que son leches fermentadas con diferentes bacterias. Eso incluye a los que tienen bifidus, l-casei, etc. Parecen especiales, pero ¿son mejores que un yogur natural normal? «No hay evidencia de que sean mejores y son mucho más caros que un yogur normal.Lo comes porque te gusta pero no lo comas pensando que es un producto maravilloso porque además, en muchos casos, tienen azúcares añadidos», avisa Lurueña.

Ultraprocesados veganos

Comer más vegetales y menos alimentos de origen animal alarga la vida, pero una cosa son los vegetales frescos o los buenos procesados (como las legumbres ya cocidas, hummus, guacamoles) y otra algunas alternativas veganas que se encuentran ahora en las estanterías de los supermercados o las cadenas de restauración de comida rápida, como hamburguesas, salchichas, pizzas, bebidas, helados… y hasta gominolas. Existen los ultraprocesados veganos y no son necesariamente mejores que sus homólogos de origen animal. Si los mete en la cesta de la compra por salud o por adelgazar, se puede estar equivocando. «Un refresco de cola es vegano y el azúcar puro, la sacarosa, es vegana. Una hamburguesa vegana sigue siendo un ultraprocesado. Son ejemplos de que el carácter vegano no lo convierte en saludable», explica Beatriz Robles.

Fiambres ‘rosas’

Tienen una apariencia más amable que otros productos de charcutería, y la publicidad nos ha convencido de que pueden ser una opción para hacer un tentempié ligero, pero la realidad es que fiambres como el jamón cocido o el pavo siguen siendo «carnes procesadas, cuyo consumo la OMS recomienda evitar», apunta Robles. Para la dietista-nutricionista, se trata de un producto de consumo muy ocasional, aunque lleve etiquetas como bajo en grasa o light. Si lo comemos porque nos apetece, Robles recomienda escoger los que tengan más cantidad de carne, y menos sal, ya que el resto son almidones, dextrosa y azúcares. La OCU comparó recientemente 25 marcas de jamón cocido, de las que 24 tenían una cantidad de sal excesiva (se considera alto más de 1,25 gramos de sal por cada 100 gramos de producto).

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