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Salvados del apocalipsis
Pep Guardiola pidió hace unos días paciencia y tranquilidad. De dos o tres años. Relativizar los resultados, bajar las expectativas. Un consejo excelente si no fuera porque el Barça, y él lo sabe mejor que nadie, genera obsesiones incompatibles con el sosiego. A su alrededor hay una industria mediática y una ensalada social de ambiciones e intereses que exigen lo máximo en todo momento. Es lo que es, y a la impaciencia ha contribuido el propio Joan Laporta desde el minuto 1. No hay temporadas de transición, dijo en sus inicios.
Ahora, autorizada la directiva a empeñar activos para obtener de entre 600 y 700 millones -«las vitaminas para correr más», dijo un Laporta más metafórico que nunca- todo debería cambiar. Debe percibirse acción, movimiento, y en ningún sitio se ve mejor que en el primer equipo. Quién puede entrar y quién no en la plantilla.
Dicotomía
La asamblea telemática de este jueves se convirtió en un paseo para Laporta y su eficaz discurso, quien hábilmente planteó las votaciones con la dicotomía entre el sí o el apocalipsis. La gestión manirrota de Josep Maria Bartomeu aún es un argumento infalible (por cierto, ¿cuántos años faltan para que pueda acudir como expresidente a una asamblea tan ricamente como lo hace Joan Gaspart, terriblemente locuaz este jueves?).
La amenaza del apocalipsis debería diluirse una vez autorizadas las palancas económicas. Ahora le toca a Laporta y su núcleo duro apresurarse como el coche de F1 que dijo que va a ser el club para firmar alguna de las negociaciones avanzadas. El 30 de junio se aproxima con la amenaza de unas pérdidas que la entidad no puede permitirse. Pero este es un presidente acostumbrado a resolver entuertos al límite. La noche de los avales vienen inmediatamente a la memoria.
Punto de inflexión
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Todo apunta a que antes de que acabe junio se cerrará la venta del 10% de los derechos de televisión de la Liga (unos 200 millones), dejando un 15% de margen para negociar de forma menos perentoria más adelante. Y todo lo demás -Barça Studios, lo del ‘merchandising’…-, ya irá llegando. Según lo escuchado ayer, el club entra en un punto de inflexión.
Solventado el presente y garantizado el futuro con los votos de medio millar de socios, el presidente abre una fase en que se le podrá juzgar sin el retrovisor del pasado. «Ni el más chulo puede hacer un tratado de cómo llevar un club de fútbol», dijo en en la recta final con la retórica liberada. Una forma de decirnos que esto no está siendo fácil. Le creemos, por supuesto, pero la paciencia no es ilimitada, como también sabe. Toca actuar ya y que se vea.