Opinión
Nihilismo cayetano
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Este nihilismo cayetano, pareciendo ruso, no daría para un papel en ‘Los demonios’ de Dostoyevski, pero es muy nuestro. Ahí está el marqués de Vinent, grande de España y «sordo como un gato de lujo», según Ruano, que lo trató en sus casas, donde ejercía de gran snob de un Madrid «todavía pequeño, chulo y provinciano».
El marqués le dijo al Caballero Audaz que lo único que le interesaba de la vida eran el pecado y la noche, «el encanto hechicero de las noches de Venecia y Constantinopla».