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Más homenaje que ensayo

Fue uno de esos partidos que sirven para mucho y para nada. La emoción que le faltó al juego asomó en la despedida de Marcelo, un lateral de época, un jugador para los dos lados del campo, lo que viene a ser un caballo con alas. También ensayó el Madrid, en tono menor, la obra que representará en París. Y el Betis intentó explicar sin demasiado éxito por qué la tabla y la Copa han hablado tan bien de él durante todo el año, pero aseguró la quinta plaza. La cosa acabó en un empate sin sal, pero entretuvo la espera sobre la decisión de Mbappé. Ahí anda la verdadera emoción de un madridismo en vilo. Aquella decisión de Griezmann que nos pareció un culebrón se ha queda en un corto en comparación con esta comedia que derivará en drama en una de las dos orillas.

Resulta imposible reproducir el escenario de una final. Otro rival, otro estadio, otro estado emocional propio, ajeno y de la grada. Así que el ensayo general que preparó Ancelotti se quedó en el once. O en el diez, si llega a tiempo Alaba y sienta a Nacho. O en el nueve, si a última hora se arrepiente con Rodrygo y se entrega a Valverde. En cualquier caso, le confirmó a Klopp lo que este ya sabía: que en Saint Denis estará su Madrid de toda la temporada, sin aditivos ni sobresaltos. Fue ante un Betis de luces, decidido a acabar con los mejores, sin concesiones al sentimentalismo (Joel y Tello se despedían del club). Ha sido la suya una temporada feliz que se quedó a las puertas del paraíso: haberle arrebatado al Sevilla la plaza Champions. Pero repite en la Europa League, ha paseado una Copa por la ciudad, se ha ganado un sitio en la Supercopa saudí y se ha instalado en la misma planta que el vecino con mejor humor que él.

Madrid y Betis, campeones de Liga y Copa, se obsequiaron con amables pasillos y dejaron después un partido más relajado que vistoso, con mejor aire de salida del Betis, el equipo que menos tenía de qué cuidarse. Pellegrini, que en el Madrid murió de un alcorconazo agudo, ha construido su proyecto juntando futbolistas de buen pie. Incluso de fantasía, como Fekir o Canales, que han jugado en su Betis mejor que en cualquier otro momento de su carrera. Con ellos, con Guido y con un Juanmi muy revoltoso, advirtieron a un Madrid con cierto barniz experimental: una primera presión más alta de lo habitual, un insólito juego de pie fuera del área de Courtois que puede resultar útil ante esa caza grupal que practica el Liverpool en la salida de la pelota del adversario, un ejercicio de balones largos a Vinicius por si en París el partido se pone para antílopes… El duelo también confirmó que Rodrygo empequeñece en la derecha, que a Mendy le sobra fuerza y le falta maña y que atrás queda mucho por afinar. Nada que Ancelotti no sepa.

Juanmi, sin pólvora

El Betis lanzó unas cuantas contras que pudieron acabar mal para el Madrid. Todas las remató Juanmi sin precisión, que no ha sido precisamente lo habitual durante el curso. El equipo de Ancelotti fue poca cosa antes del descanso: un remate de Benzema rechazado por Bartra y tres disparos lejanos de artificio de Kroos, Modric y Casemiro, ese recurso que aparece cuando al equipo no se le ocurre nada mejor.

La sensación es que el Madrid se tomó el duelo como una sesión de mantenimiento y jugó con el piloto automático a excepción de Vinicius, el hombre bala. En esto no distingue el trigo de la paja. Se tomó el partido como si ya estuviera en París, le hizo pasar un mal rato a Sabaly y fue la única amenaza ofensiva del Madrid en la primera parte. Conserva la imaginación que trajo de juvenil con el conocimiento del juego que le ha dado rodearse de maestros.

Como Ancelotti supone que no habrá un solo partido en París sino varios concentrados en 90 o 120 minutos, en la segunda parte probó con la parte vitaminada del equipo: Camavinga y Valverde. Meterle piernas le fue bien al Madrid, que pronto se fabricó la mejor ocasión hasta entonces: centro preciso de Carvajal, remate sobre la marcha de Benzema rechazado por Rui Silva y disparo final fuera de Rodrygo, que recoge casi todo lo que se pierde en el área. Camavinga es otro de los que anda en el horno. Cada uno de sus partidos mejora al anterior.

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Despedidas y cierre

A veinte minutos del final Ancelotti dio por finalizado el ensayo y comenzó el fin de fiesta: la despedida con honores de Marcelo e Isco, un mito y un genio que se volvió melancólico. Casi al tiempo metió Pellegrini a Joaquín, que tendrá un año de postre entre el cariño general. A veces su simpatía acaban siendo los árboles que ocultan el bosque: ahí ha habido un futbolista excepcional, bueno en todos los equipos que pisó pero mejor en el Betis que en ninguno. Al arte también hay que ponerle sentimiento. Falló un gol cantado, pero nadie se lo tendrá en cuenta.

Con Bale no quiso arriesgarse Ancelotti. Lo dejó en la grada porque su adiós se presumía amargo. Demasiados desplantes para el Bernabéu. Acabó pesando más lo que pudo ser que lo que fue. Y es que al final decidió que de mayor solo quería ser galés. Y lo que comenzó con un birdie ha acabado en triple bogey.

Cambios

Camavinga (45′, Casemiro), Federico Valverde (45′, Kroos), William Carvalho (62′, Guardado), Rodri (62′, Willian José), Dani Ceballos (69′, Modric), Marcelo (69′, Ferland Mendy), Isco (69′, Rodrygo), Borja Iglesias (72′, Juanmi), Joaquín (73′, Fekir), Tello (85′, Canales)

Clasificación

Fuente

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