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Dios nunca muere o la seducida que AMLO les dio a Alfaro, Murat y Samuel

Platón es aburrido. Dicen que eso lo dijo Nietzsche. Si no lo dijo, seguramente lo pensó porque, en general, los filósofos generan en quienes les leen sensaciones de fastidio, excepto cuando son provocadores. Nietzsche sí era un provocador. De La gaya ciencia es su famosa frase de “Dios ha muerto”.

Si nos fijamos solo en las fechas, tendremos que concluir que el pensador alemán dijo eso solo para refutar a un músico oaxaqueño, Macedonio Alcalá, compositor del vals Dios nunca muere.

El vals de Alcalá —aburrido, en mi opinión— es de 1868. Por cierto, se supone que lo compuso después de que uno de sus amigos, Roberto Maqueo, le diera 40 pesos al empobrecido músico. Salió barato inmortalizar a Dios: solo 40 pesos.

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Tal vez a Nietzsche le contaron que en Oaxaca, México, había gente convencida de que Dios nunca muere. Entonces, unos 14 años después —La Gaya ciencia se publicó en 1882— el filósofo alemán decidió matar al Altísimo. Hizo bien porque es ridículo vivir sometidos a los que se supone son los designios del Padre Eterno, sobre todo el que justifica la existencia de una estructura de poder tan dañina como la Iglesia.

Lo triste es que Oaxaca no se enteraron de que Friedrich Nietzsche refutó a Macedonio Alcalá y siguen pensando que Dios nunca muere. Y como es inmortal, lo ven en cada figura de autoridad.

Alejandro Murat, gobernador de Oaxaca, se santigua cada vez que escucha hablar del presidente de México. Lo hacía cuando era Enrique Peña Nieto y sigue en las mismas con Andrés Manuel López Obrador.

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Oaxaqueño aunque no haya nacido en Oaxaca —él es del Estado de México—, el gobernador Murat ve al presidente como Dios. Y si el Gran Arquitecto es al mismo tiempo Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Todopoderoso en política puede, si así lo desea, apellidarse Peña Nieto o López Obrador… o hasta Murat si tales son los planes celestiales.

Dios ha sido generoso con Alejandro Murat. A este simple mortal Peña Nieto lo hizo gobernador, que ya es estar en la categoría de los semidioses. Y ahora —así interpreta el gobernador de Oaxaca las intenciones de AMLO— el Altísimo quiere elevarlo todavía más: quiere el presidente López Obrador que él, Murat, sea presidenciable… por el PRI, lo que nada garantiza, pero quién sabe lo que ocurra en el futuro, ya que Andrés Manuel puede hacer lo que se le pegue la gana, hasta permitir que el priismo regrese a Palacio Nacional.

Es en serio, que conste. Me dicen que eso piensa don Alejandro Murat, gobernador de Oaxaca, quien anda más que mareado por tantas atenciones que recibe del presidente de México.

Por lo pronto, Murat está más que listo para tomar el control del PRI en cuanto deje la gubernatura oaxaqueña, aunque tenga que marginar a uno de sus mejores amigos, Alejandro Alito Moreno, actual dirigente del viejo partido.

La idea de Murat es cumplir la que supone es un primera misión que le ha encomendado AMLO: evitar la alianza PRI-PAN en 2024.

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Si se aplica y queda bien con Andrés Manuel, puede Murat —es lo que cree— recibir un premio todavía mayor: ya sea un puesto en el próximo gabinete si Morena gana las presidenciales de 2024 o, quizá, inclusive convertirse en la otra opción de Andrés Manuel, es decir, quien podría quedarse con la presidencia si Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López terminaran por destruirse en el pleito que ya se traen por la gran candidatura.

Insisto, no es broma. De eso está convencido Alejandro Murat. Qué capacidad de AMLO para hechizar gobernadores, sobre todo a los que piensa pueden ayudarle en sus proyectos. A todos ellos les dice lo mismo: “Si a Quirino lo hice embajador, imagínate lo que puedo hacer contigo Murat —o Samuel o Alfaro—”.

Toda esto que he contado acerca de Nietzsche, Macedonio, Dios y Murat se me vino a la cabeza cuando me contaron la forma en qué Andrés Manuel hechizó el pasado viernes a los dos gobernadores de Movimiento Ciudadano, Samuel García, de Nuevo León, y Enrique Alfaro, de Jalisco.

Samuel y Alfaro quedaron tan fascinados por los apapachos de AMLO que no solo se ven ahora sí presidenciables de verdad, sino que a partir del viernes creen que cuentan con la bendición ¡¡¡del mismísimo López Obrador!!! para buscar llegar a Palacio Nacional en 2024. Como Dios nunca muere, trastorna a los crédulos.

Increíble, Enrique Alfaro y Samuel García, después de que Andrés Manuel los visitara, se fueron a los tequilas con los amigos para decirles: “Soy el bueno, AMLO me necesita para dividir a la oposición, y en una de esas me deja ganar la presidencia”.

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Cuando me lo contaron, pensé: “Par de pinches locos”. Me arrepiento de haberlos ofendido de esa manera, asñi haya sido solo en mi mente. Porque Samuel y Alfaro no están locos, nada más están embrujados. Andrés Manuel les dio a beber su pócima misteriosa y los puso a volar.

¿Ya habrán informado Enrique Alfaro y Samuel García a su teórico líder partidista Dante Delgado que, si sabe contar, ya no cuente con ellos, porque se van con López Obrador, quien —ellos creen—, si se matan Claudia, Marcelo y Adán en Morena, hasta podría hacerlos presidentes?

Qué vivo es Andrés Manuel. El presidente ha seducido a Alejandro Murat nada más para que se apodere del PRI y lo retire de la alianza con el PAN. Y ahora ha hipnotizado a Enrique Alfaro y a Samuel García para que armen una revuelta en MC y luchen contra la posible candidatura presidencial de Luis Donaldo Colosio Riojas, el único en la oposición competitivo frente a Morena.

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