Ante ello, los bancos centrales han comenzado a reaccionar endureciendo sus posturas monetarias, restringiendo el dinero en circulación y encareciendo los créditos. No obstante, para algunos, estas medidas no son lo suficientemente rápidas o efectivas para combatir la inflación, por lo que optan por otras alternativas que prometen mejores resultados y más rápidos para combatir la inflación, aunque al final pueden terminar aumentando el problema, por más nobles que sean sus intenciones… una de esas medidas es el control de precios.
Los precios son un complejo sistema de mercado que regula la interacción entre productores y consumidores, y determina la cantidad de algún bien que están dispuestos a consumir y producir, respectivamente. Dicho sistema es altamente sensible a intervenciones que interrumpan su funcionamiento genuino, y no porque los empresarios o consumidores sean malvados en cada caso, sino porque, sencillamente, los agentes económicos actúan por incentivos.
Así, si por algún control los precios de algunos bienes se ubican por debajo de su nivel natural, los productores prefieren abandonar la industria para buscar una mejor rentabilidad en otros mercados o sencillamente para evitar las pérdidas asociadas a la medida. Ningún oferente está dispuesto a vender algún producto a un precio menor del que le cuesta fabricarlo.
Por otro lado, ante un precio más bajo, los consumidores intentan acaparar el bien, lo que presiona su demanda, tal como ha pasado en países donde el precio de los energéticos es recortado por decisiones políticas, donde se observaban enormes filas de vehículos en las gasolinerías buscando llenar sus tanques a un menor precio.
Por esta razón, la consecuencia inmediata es que los recursos, tanto materiales (como el capital), como inmateriales (como el talento), de los empresarios, dejarían de estar disponibles, por lo que la producción de ese bien se vería truncada y generaría escasez, y presionando aún más los precios.
Cabe aclarar que los controles de precios no son necesariamente menores a los de mercado, sino también mayores. Por ejemplo, en EU y algunos países de Europa, cuando los gobiernos intentaron incrementar los ingresos agrícolas, compraban gran parte de la producción empujando al alza los precios. Acto seguido, los elevados precios inhibían a los consumidores a adquirir productos agrícolas e incitaba a más granjeros a aumentar su producción, generando así un exceso de oferta.
En cualquier caso, las disrupciones en la dinámica del sistema de precios modifican la conducta de consumidores o productores.
La historia brinda muchísimos ejemplos de las consecuencias de políticas de este tipo, uno particularmente irónico sucedió en Polonia, donde los precios de los televisores producidos ahí mismo estaban controlados y se mantenían artificialmente bajos, lo que naturalmente aumentó su demanda.