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Elogian a Claudia por no destrozar a Marcelo con la Línea 12; la ética de Ebrard es otra

Ayer Carlos Puig, en Milenio, analizó “algunas lecciones de la Línea 12″.

Primera lección: “No construir grandes obras de infraestructura con prisa”. Marcelo Ebrard Casaubón lo hizo y la consecuencia fue trágica. Hace un año se desplomó un tramo de la Línea 12 del metro capitalino, lo que provocó la muerte de 26 personas y dejó heridas a decenas más. El columnista Puig se pregunta: “¿Cuánto de esto fue por la presión del gobierno de Marcelo Ebrard por inaugurarla antes de dejar su puesto en la jefatura de gobierno, incluido el cambio de trazo?”. La respuesta es obvia: Ebrard, enfermo de la megalomanía del poder, no quiso abandonar su puesto al frente de la administración pública capitalina sin presumir que había terminado su gran obra.

Segunda lección: “Hoy también es evidente que las revisiones y reparaciones de 2017 en el gobierno de Mancera no fueron suficientes”. Y, ni hablar, hoy el grupo político de Miguel Ángel Mancera —la alianza del PRI, el PAN y el PRD, encabezada en los hechos por el empresario Claudio X. González— opera para manipular a la opinión pública, de tal forma de culpar a la actual jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.

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Tercera lección: Sheinbaum dio la cara y actuó. Estoy de acuerdo con Puig: Ella “atendió a las víctimas, no huyó de la prensa y después, con la ayuda del presidente, se sentó con las empresas y llegaron a un acuerdo”. Merecería la jefa de gobierno un reconocimiento, pero la política es injusta. Entonces, en vez de admitir su buen trabajo, Claudia está en el centro de la peor politiquería, diseñada desde la oposición a Morena, pero evidentemente con ayudas internas fundamentales. Y ya se sabe que el fuego amigo es en estos casos mucho más dañino que los ataques lanzados por los rivales.

Cuarta lección: “La justicia restaurativa funciona”. La jefa de gobierno Sheinbaum y el presidente López Obrador han logrado que las empresas privadas que participaron en la fallida obra asuman la responsabilidad y paguen los daños. “En un país con sed de venganza no es sencillo”.

Quinta lección: “No utilices la tragedia para tu beneficio. Con todo lo que hasta hoy sabemos, Sheinbaum pudo haber destrozado a su principal adversario frente a 2024. No lo hizo. Hay que reconocerlo”. Es verdad, Shienbaum no hizo pedazos a Ebrard. Sin duda, la jefa de gobierno actuó con ética. Lamentablemente, Ebrard parece sí estar detrás de los ataques para destruir a Sheinbaum. El presidente de AMLO deberá analizar este caso recurriendo a sus dos principales virtudes: su seriedad, necesaria para no dejarse llevar por diagnósticos apresurados, y su sentido de justicia, para medir la calidad moral de cada integrante de su círculo cercano.

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