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Opinión

Meta, verso, suelto

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Tan distraídos andamos con el homenaje al liberador de Twitter, vencedor de todas las censuras y algoritmos maléficos, y con el repaso de sus hazañas empresariales que ni siquiera nos detenemos en la escasa penetración social de una red -minoritaria en el sector- en la que envejece el sectarismo y reposa un resentimiento propio de las residencias de mayores. Son Facebook e Instagram, articuladas por WhatsApp, las tres propiedad de Meta, las que aglutinan las mayores masas acríticas y, no por casualidad, las de perfil más joven y permeable. Mientras la nación agradecida erige por suscripción digital un monumento virtual a mayor gloria de Elon Musk, libertador de la comunicación para adultos y aniquilador de las hordas de robots, Mark Zuckerberg introduce en WhatsApp un nuevo lote de emoticonos en el que figura un hombre embarazado, con sus correspondientes variedades raciales, siempre inclusivas, justo al lado de las nuevas formas de familia.

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