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Opinión

Petróleo: bendición y maldición

México a pesar de ser un productor de petróleo crudo también es un importador neto de productos petrolíferos. Dado que compra más petrolíferos de los que exporta, la economía enfrenta un déficit comercial en su balanza petrolera.

El país fue un productor importante de petróleo crudo en la década de los noventas y en la primera de este siglo, alcanzando una producción máxima de 3.4 millones de barriles diarios (mbd) en 2004. Desde entonces, la producción de crudo ha decrecido constantemente y se agudizó cuando el país dejó de invertir en la renovación y expansión de su industria petrolera.

Como resultado de ello, la capacidad productiva se redujo a la mitad hasta alcanzar un mínimo de 1.7 mbd en 2019, volumen que se ha mantenido hasta la fecha. A partir de 2014 la industria nacional aceleró su pérdida de capacidad productiva, lo cual a su vez limitó la producción interna de refinados petrolíferos.

Así, a finales de 2014 México se convirtió en un país importador neto de productos petroleros, lo cual derivó en un persistente déficit de la balanza comercial petrolera. Esto significa que el país importa más de lo que exporta en materia de petróleo y sus derivados. Por lo tanto, los precios favorables del petróleo producen un doble efecto sobre la economía.

Por un lado, generan un efecto positivo en los ingresos por exportación de crudo, por otro lado producen un efecto negativo al aumentar el valor de las compras de petrolíferos en el exterior. El impacto neto sobre la balanza comercial petrolera es claro, es favorable cuando los precios caen ya que mejora el déficit comercial, pero es desfavorable cuando los precios suben ya que el déficit petrolero empeora.

Durante la pandemia causada por el COVID-19, el precio promedio de la mezcla mexicana de exportación cayó 35% y el déficit comercial petrolero mejoró en exactamente 35% en términos anuales. En 2021, el precio promedio del petróleo subió 80% y el déficit comercial petrolero se amplió 79% a tasa anual.

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Esto demuestra que la balanza petrolera mexicana es un resultado directo del efecto precio, dada la limitada capacidad productiva y de exportación. Esta relación bien definida entre precio y balanza comercial petrolera también se mantiene en el 2022. En los primeros dos meses del año, el precio promedio del petróleo aumento en 58% a tasa anual y el déficit comercial petrolero se amplió en 61%.

De esta manera, si el conflicto militar entre Rusia y Ucrania se prolonga y agrava y como resultado los altos precios del petróleo se mantienen a lo largo del año, entonces la balanza petrolera del país va a sufrir un mayor desequilibrio, lo cual a su vez limitará el avance del PIB. Por lo que la economía del país si puede sufrir los efectos del conflicto militar ruso-ucraniano dada su dependencia como importador neto de petrolíferos.

Sin embargo, gracias a que el país tiene un comercio más diversificado con un sector manufacturero estrechamente integrado con el mercado estadounidense, la balanza manufacturera se ha mantenido positiva para el país en al menos las últimas dos décadas. De esta forma, a pesar de que México es afectado por los altos precios del petróleo, las exportaciones manufactureras le permiten capear mejor el temporal y mitigar el impacto negativo sobre la balanza comercial.

Al final, en el caso de un agravamiento del conflicto militar entre Rusia y Ucrania, el destino de la economía mexicana dependerá en gran medida de la evolución de la economía estadounidense. La economía mexicana definitivamente sería arrastrada a la baja en caso de una nueva recesión en los Estados Unidos.

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Nota del editor: Alfredo Coutiño es Director para América Latina en Moody’s Analytics. Síguelo en Twitter . Las ideas expresadas son de la exclusiva responsabilidad del autor y de ninguna manera deben ser atribuidas a la institución para la cual trabaja.

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