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Opinión

Investigación aplicada, una forma de incidir en la competitividad

Las naciones líderes en innovación que han ascendido constantemente en la clasificación del Índice Global durante los últimos 10 años, cuentan con sistemas de innovación dinámicos y combinan la eficacia a la hora de traducir los recursos de la investigación aplicada en innovación.

Los proyectos de investigación aplicada y de desarrollo tecnológico tienen por objetivo la integración de paquetes tecnológicos, que resultan de vincular los resultados de la investigación universitaria con las necesidades de las empresas.

Para cumplir este objetivo, las universidades y centros de investigación deben realizar actividades de valorización de la investigación previas a la comercialización. Es decir, proteger la invención (si es patentable) y analizar el mercado con el fin de determinar la factibilidad económica.

Si bien las universidades poseen sistemas de documentación técnica y científica, también se requiere tener acceso rápido a la información tecnológica contenida en documentos de patentes, la información contenida en estos documentos ofrece descripciones de conceptos científicos y técnicos, que los hacen un insumo fundamental para el fortalecimiento de líneas de investigación en curso y un detonante para la orientación de las capacidades de investigación aplicada.

La investigación aplicada y el desarrollo tecnológico también requieren de instalaciones y servicios como: talleres, plantas piloto, laboratorios, así como la existencia y vigencia de un marco normativo acorde a las necesidades de escalamiento de procesos o construcción de prototipos en los plazos adecuados.

De ahí la necesidad de acuerdos de vinculación empresa-academia enfocados a resolver problemas específicos.

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El propósito de la investigación aplicada es culminar siempre con un producto o servicio en el mercado, o bien con la adopción de un proceso de producción en operación a nivel industrial.

Promover la invención, innovación y desarrollo de nuevas tecnologías, demanda de las universidades y centros de investigación el establecimiento de un sistema de evaluación y elección de proyectos de alto riesgo, pero con potencial de aplicación industrial y, por lo tanto, susceptibles de ser atractivos al sector empresarial.

Así también las universidades necesitan del establecimiento de una política de incentivos consistente en su aplicación hacia diferentes ámbitos, algunos de los cuales se relacionan con las propuestas de apoyo a la demanda y el fortalecimiento de la vinculación y transferencia de tecnología.

Definir una política de incentivos acorde a lo anterior exige de las universidades el compromiso por reconocer el rol de los investigadores en las acciones de vinculación con las empresas, en donde además de asegurar el alto grado de excelencia en materia científica, también se proponga satisfacer las necesidades científicas y tecnológicas de la industria y de la sociedad, y no sólo del mundo académico.

El sistema universitario requiere reforzar los mecanismos e instrumentos de apoyo al sistema productivo, un inicio es a través de un catálogo de la infraestructura científica y tecnológica, el cual facilite que las demandas de servicios tecnológicos, lleguen a manos de los investigadores.

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En el mediano y largo plazo, este catálogo puede convertirse en un buen “observatorio” de la dinámica industrial, con lo cual se pueden construir diversos proyectos de investigación y desarrollo tecnológico conjunto.

Un componente fundamental para que la ciencia y la tecnología tenga un impacto positivo en la sociedad es la construcción de capacidades para trasferir esos conocimientos y tecnologías a las empresas.

El reto fundamental es: conseguir licenciar o intentar vincular el conocimiento científico con la producción industrial, en una economía nacional, históricamente dependiente de tecnologías importadas. A pesar de ello, existen interesantes posibilidades en segmentos de desarrollo como en las ciencias de la salud, ciencias del comportamiento, ciencias de datos, ciencia tecnología de alimentos, biotecnología y la mitigación medioambiental.

La apropiación exige no sólo producir conocimiento apropiable, sino también la existencia de organizaciones, sobre todo empresas con capacidad de apropiación; por lo pronto, pensar en que los investigadores trabajen aislados en sus laboratorios, desconectados de la sociedad y sin poder producir conocimiento aplicable que se materialice y ponga al servicio de la población.

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Hasta ahora, con pocas excepciones, esa ha sido la situación del país. Ha llegado el momento de cambiar.

Nota del editor: Juan Alberto González Piñón es director de Spark UP y académico de la Facultad de Empresariales de la Universidad Panamericana. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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