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Internacional

Las mentiras de la guerra de Afganistán al descubierto

Las mentiras comenzaron pronto. Dos semanas después del 11-S, un periodista preguntó a Donald Rumsfeld en el Pentágono si contemplaba difundir falsedades en los medios sobre las operaciones militares de la recién iniciada campaña de Afganistán con el propósito de confundir al enemigo. El viejo halcón, secretario de Defensa con Gerald Ford y con Bush hijo, citó a Churchill (“En la guerra, la verdad es tan preciosa, que siempre hay que protegerla con un cortejo de mentiras”), desenfundó una de sus irónicas sonrisas y disparó: “La respuesta es no. No puedo imaginar que eso suceda”.

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El precedente de los ‘Papeles del Pentágono’

Daniel Ellsberg, el filtrador de los papeles del Pentágono en 1971.

Craig Whitlock abre su libro con una cita del juez del Supremo Hugo L. Black, pronunciada en 1971, durante el juicio por los Papeles del Pentágono, en el que el alto tribunal falló que el Gobierno no podía impedir a The New York Times o The Washington Post publicar los secretos del Departamento de Defensa sobre la guerra de Vietnam, filtrados por Daniel Ellsberg. “Hay fuertes similitudes y obvias diferencias entre los dos casos”, opina Whitlock. “Los Papeles del Pentágono también eran la historia secreta de una guerra estadounidense en el extranjero, pero aquellos estaban clasificados. Los documentos que yo obtuve son públicos, aunque no estuvieran accesibles. Antes o después los iban a poner en conocimiento de los ciudadanos. Los Papeles del Pentágono nunca se pensó que dejaran de ser alto secreto”.

Aquel material se filtró, insiste el reportero. “Tampoco eran entrevistas, sino cables y memorandos, la historia escrita de un número reducido de miembros del Pentágono sobre cómo Estados Unidos se enredó en Vietnam”. En ambos casos, añade, la historia se puede reducir a un mismo enunciado: “un Gobierno que miente a sus ciudadanos para ocultar la realidad de una aventura militar”. “Para un presidente admitir que está perdiendo la guerra es sencillamente demasiado, así que se enredan en los embustes. Y cuando al final son descubiertos es diez veces peor, porque al pecado de la derrota, la opinión pública le sumará el de la traición”. 

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