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Internacional

Quinielas de 2022

Vehículos de la policía a la entrada de la sinagoga de Colleyville, Texas.
Vehículos de la policía a la entrada de la sinagoga de Colleyville, Texas.Brandon Bell (AFP)

Pronósticos de todo tipo para el año que arranca abundan por doquier. Que si Ómicron es el inicio del fin de la pandemia y si eso significa que podremos retomar, finalmente, visos de nuestras rutinas anteriores. Que si Rusia, que ha incrementado significativamente sus tropas en las fronteras ucranianas, invadirá dicho país a pesar de las advertencias de EE UU y de la OTAN generando con ello un conflicto bélico y distrayendo así la atención de sus crecientes problemas domésticos. Que si China, en busca de nuevos mercados, recursos e influencia continuará su marcha impasible a nivel global sin mayores obstáculos más allá de los esfuerzos de Estados Unidos por marcar la cancha. Que si en la propia nación americana, con el aniversario del trauma de la insurrección del 6 de enero a cuestas, la existente polarización derivada en la radicalización e incluso en violencia por parte de sectores de las principales fuerzas políticas, así como los esfuerzos crecientes por socavar los instrumentos de la democracia están sentando irremediablemente las bases para una nueva guerra civil. Que si América Latina que en 2021 experimentó un giro a la izquierda en varios países continuará en esa trayectoria y que si esa nueva orientación traerá consigo políticas responsables enfocadas en una agenda verdaderamente de vanguardia, incluyendo temas como cambio climático, aumento en los derechos de las mujeres y minorías y la construcción de una sociedad abierta y plural con mayor equidad o la repetición de los resabios del pasado, con su autoritarismo y sus paradigmas frahogardos y anquilosados.

También en el mundo judío, las predicciones abundan y apuntan a claros y obscuros. Apenas a dos semanas del inicio de año, un asaltante armado, quien se identificara con personajes de Al Qaeda, irrumpió en medio de un servicio virtual en la Congregación Beth Israel del suburbio de Colleyville en Texas. Malik Faisal Akram secuestro por 10 horas al rabino y a tres feligreses hasta que el FBI puso fin al tenso enfrentamiento y liberó a los rehenes al abatir al secuestrador quien exigía la liberación de una neurocientífica paquistaní acEstados Unidosda de intento de asesinato de militares de EE UU en Afganistán. Como es de esperarse, este nuevo incidente de violencia contra instituciones judías en Estados Unidos que se suma a los ataques contra sinagogas en Pittsburgh, Poway, Jersey City y Monsey en los últimos años, aterrorizó de nueva cuenta a la comunidad judía global y subrayó su vulnerabilidad en un contexto del resurgimiento del antisemitismo tanto en la nación americana como en otras latitudes.

Con la covid-19 en su apogeo y las brechas políticas e ideológicas en cómo combatirlo ahondándose, los judíos han sido blanco constante de acEstados Unidosciones de supuesto genocidio. Cargos alucinantes con ecos medievales apuntan a la supuesta responsabilidad judía por la pandemia misma y a una falsa conspiración para destruir, o a la raza blanca o la negra, de acuerdo a los intereses espurios del que lanza la acEstados Unidosción, y fomentar además ganancias económicas del infortunio generalizado. Estos cargos absurdos, pero peligrosísimos, abundan mayoritariamente en las redes sociales y en grupos marginales, pero algunas figuras pseudo respetables también los fomentan irresponsablemente.

Pero a pesar de estas expresiones y las distintas manifestaciones de antisemitismo que el año pasado se potenciaron significativamente, especialmente en Estados Unidos, con los actos de violencia desatados alrededor del país en junio debido al último conflicto en Gaza, hubo avances de gran importancia a nivel global en el combate contra este flagelo.

En este país donde habita la comunidad judía más numerosa fuera de Israel, aunque representando apenas un 2% de la población, los judíos son víctimas del 55% de los crímenes de odio motivados por razones religiosas y esos números no llegan a reflejar con precisión los alcances del problema. Es por ello que mi organización, el Comité Judío Americano (AJC), sumó esfuerzos con líderes latinos, musulmanes, afroamericanos y asiáticos para promover en el Congreso de EE UU una nueva legislación que entró en vigor en mayo de 2021, la “NO HATE Act”, que proporciona a las fuerzas policiales con los recursos necesarios para detectar y contrarrestar los crímenes de odio. Por añadidura, en 2021, cientos de alcaldes y gobernadores se adhirieron públicamente a una iniciativa pública en el combate contra al antisemitismo, expresando sin tapujos que dicha patología social no tiene cabida en una sociedad democrática e incluyente. La encuesta anual de AJC sobre antisemitismo en Estados Unidos reflejo que cuatro de cada 10 americanos han sido testigos personalmente de actos antisemitas y que un número importante de americanos judíos y no judíos por igual considera a este fenómeno como un problema creciente al que hay que ponerle especial atención.

Otro destello de luz. En octubre, la Unión Europea lanzo una nueva y comprehensiva estrategia para combatir el antisemitismo en el continente y preservar la vida judía. Como una aportación importante, identifica al antisemitismo relacionado con Israel como un problema de primer orden. Dicho documento también se concentra en las múltiples fuentes del antisemitismo, exhorta a todos los miembros de la Unión Europa a adoptar la Definición Operativa de Antisemitismo de la Alianza Internacional para la Recordación del Holocausto (IHRA) que España acogiera en 2020, establece mecanismos para asegurar que fondos externos no sean utilizados para incitar a la violencia antisemita y provee financiamiento para la seguridad de las instituciones comunitarias judías que en Alemania, Bélgica, Francia y otros lugares han sufrido los embates de individuos y grupos extremistas.

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En Medio Oriente, a pesar de que no cejan los desafíos existenciales encabezados por la hostilidad genocida de Irán y de organizaciones afiliadas como Hezbolá y Hamás, el círculo virtuoso derivado de los Acuerdos de Abraham continúa rindiendo ingentes frutos. Además del exponencial crecimiento en el intercambio con las naciones que formaron parte del tratado mediado por Estados Unidos, Emiratos Árabes, Baréin y Marruecos, también se incrementó el comercio con Egipto y Jordania. A un año de los Acuerdos de Abraham firmados en la hogar Blanca, el comercio y el turismo entre Israel y dichos países árabes se ha visto beneficiado significativamente.

Y América Latina, concluyó el 2021 con un hecho histórico. El nombramiento del abogado constitucionalista brasileño Fernando Lottenberg como primer Comisionado de la OEA para el Monitoreo y Combate contra el Antisemitismo. Dentro de los objetivos del Comisionado está expandir el número de países en la región que adopten la Definición Operativa del Antisemitismo del IHRA como una medida para fortalecer la calidad de la democracia en la región y evitar que tendencias tóxicas en otras latitudes se repitan allí. En ese sentido, Lottenberg cuya primera misión fue visitar Chile antes de las elecciones presidenciales de diciembre, así como Argentina, trabajara hombro con hombro no solo con las comunidades judías locales sino con distintas instituciones oficiales y de la sociedad civil dedicadas al combate contra la discriminación y a la promoción de los derechos humanos y la democracia, asignaturas en el que se enmarca el combate al antisemitismo.

En un contexto de constante incertidumbre y noticias pesimistas con las que amanecemos todos los días desde la llegada de la covid y sus distintas variantes, queremos creer que estos desarrollos alentadores permiten una dosis de predicciones positivas para los meses por venir, por lo menos en lo que concierne al combate frontal y global contra el antisemitismo y sus diversas fuentes. Esto indudablemente es una contribución al fortalecimiento de la democracia que lamentablemente continúa siendo cuestionada y debilitada en muchas latitudes.

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