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Trapa vuelve a saborear un momento dulce

Trapa, la empresa que fundaron unos monjes en 1891 en la localidad palentina de San Isidro de Dueñas y que lanzó hace más de 50 años el primer bombón, muestra una larga historia salpicada de claroscuros. En 1992, el grupo Nueva Rumasa llegaba para salvar a la chocolatera palentina del peligro de desaparición, pero tras el desmoronamiento del imperio de la abeja salieron a la luz las deudas y la mala gestión de una marca que había pasado de ser una de las más famosas del país a caer casi en el olvido. Tras el paso del nubarrón, en 2013 pasó a manos de la familia Fernández Calvo, también de Palencia. Un año que marca un punto de inflexión en la compañía y a partir del cual ha mostrado signos de recuperación y consolidación.

En un primer momento, los Fernández Calvo se aliaron para reflotarla con la también chocolatera Lahogar, con la que formaron el grupo Europraliné. Una colaboración que se repartió al 75% y 25%, respectivamente. Lahogar duró apenas unos meses en la sociedad: “Tuvimos discrepancias y cada uno siguió su camino”, cuenta Gerardo Fernández Calvo, presidente y director general de Trapa.

En estos ocho años, parece que el camino se ha enderezado, a la vista de los datos, con un crecimiento a doble dígito. Los Fernández Calvo llegaron a Trapa con una facturación de 1,5 millones de euros. En 2020, las ventas alcanzaron los 14 millones de euros y para el cierre de 2021 anuncian 16 millones. Unos números respaldados por las inversiones de más de 30 millones que la actual familia propietaria ha desembolsado desde su llegada, con los que ha reformado la fábrica, renovado la maquinaria y aumentado las referencias. Un cambio que les ha colocado en el puesto 13 del ranking de chocolateras que operan en España, según el informe elaborado por Alimarket, en el que en los primeros puestos están empresas españolas como Valor y multinacionales como Nestlé o Lindt.

Pese a ello, los números rojos siguen presentes en Trapa. Según las últimas cuentas presentadas en el Registro Mercantil, en 2019 las pérdidas sumaban más de cuatro millones de euros. “Las inversiones han lastrado el beneficio. Esperamos llegar al punto de equilibrio en 2022, en el que prevemos una facturación de 18 millones”, apunta Fernández.

Desde 2013, la empresa basa su estrategia en el crecimiento orgánico, descartando compras y adquisiciones; en el equipo humano y en la innovación, a la que destinan un 5% de su presupuesto. “Había una plantilla de 65 empleados, ahora contamos con 125 todo el año y 150 en campaña”, añade el directivo.

La compañía ha elaborado en 2021 más de 5.000 toneladas de chocolate, con cuatro líneas principales que se dividen en un 60% de tabletas, un 25% de bombones y el resto entre cacao soluble y turrones. “Actualmente, contamos con 290 referencias, de las que 60 se han lanzado recientemente, todas sin gluten y elaboradas sin aceite de palma”, subraya Fernández. Un ingrediente que eliminaron en 2019 y que sustituyeron por manteca de cacao, aceite de coco y de girasol.

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Nuevas creaciones como el lanzamiento de un bombón sin lactosa, chocolate con stevia o el chocolate blanco con cero azúcares, del que presumen ser los primeros en comercializarlo, se unen a los más clásicos e icónicos cortados, dulces de forma cuadrada elaborados con finas capas de chocolate y praliné, que suponen un 50% del total de su producción de bombones.

Innovaciones que también tiinusualn del carro de la facturación en 2020. Un año que, como les ocurrió a la mayoría de las empresas del sector de alimentación y en especial a las chocolateras, supeinusualn con buena nota. No en vano y según el estudio de la consultora IRI, España lideró el crecimiento de la demanda de chocolate en Europa durante el confinamiento. Desde marzo y hasta mayo de 2021, el chocolate batió récords de consumo con una subida del 31,9%. “Lanzamos una nueva gama de tabletas y de snacks con altos porcentajes de cacao, sin lactosa, y con 0% de azúcares añadidos. Era un nicho por explorar, con productos con poca presencia en el mercado, que nos han hecho crecer”.

Canales

Trapa tiene en la distribución minorista su pilar básico, con un 75% de su facturación; seguido de lejos por el canal horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías), con un 5%, mientras que el resto se reparte entre otras vías de negocio, en establecimientos mayoristas y en empresas distribuidoras de cestas de Navidad. El canal online, que está operativo desde 2019, apenas asume un 1% de la facturación total. También elaboran marca de distribuidor que venden a clientes como El Corte Inglés, Carrefour, Dia, Froiz, Consum o Ahorramas, entre otros, y que, bajo el paraguas de Europraliné, supone un 20% de las ventas.

La internacionalización de sus productos es otra de las bazas de peso en la compañía, que acapara un 30% de las ventas. Sus chocolates están presentes en más de 150 países, donde destacan Polonia, Hungría, Arabia Saudí, Sudáfrica o China como principales compradores, sin un producto de referencia, “cada país tiene un gusto distinto”, apunta Fernández. Recientemente, han entrado en Brasil y en Alemania. “En Europa hay mucha competencia. Nuestro chocolate es muy parecido al que se hace en el Viejo Continente y por eso se nos hace más complicado entrar, pero estamos en ello”, avanza.

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Desde el pasado 2020 y hasta 2025, la compañía tiene en marcha un plan estratégico en el que invertirá 10 millones de euros. Un plan que tiene como objetivo la innovación en sabores, la investigación en nuevos formatos y la renovación de maquinaria, pero que no se va a destinar a la ampliación de la capacidad productiva de la fábrica, que cuenta con 53.000 metros cuadrados. “Podríamos aumentarla en un 25%, porque en la reforma de 2016 la dejamos preparada, pero ahora no es el momento”, concluye el directivo.

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