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Los inversores se enfrentarán a más volatilidad en 2022

La cosecha bursátil de 2021 ha sido bastante buena, con muchos de los principales índices —salvo el Ibex 35, que un año más ha vuelto a decepcionar— cotizando en niveles próximos a sus máximos históricos. Las revalorizaciones de la renta variable desde enero superan de media el 10%, llegando en algunos mercados a obtenerse réditos próximos al 20%. La pregunta que se hacen ahora muchos inversores coincidiendo con el cambio de ejercicio es si 2022 será igual de bueno. Los asesores financieros coinciden en que en el año entrante las acciones volverán a ser el activo de inversión con más potencial, aunque habrá que esperar ganancias más modestas.

Desde Santander Wealth Management & Insurance prevén rendimientos en Bolsa inferiores al 10%, pero “claramente” superiores a las rentabilidades que se puedan obtener en renta fija o teniendo el dinero en liquidez (una opción muy poco atractiva con los niveles de inflación actuales). “Los inversores tendrán que asimilar una paulatina desaceleración de los estímulos monetarios, crediticios y fiscales, al tiempo que el sector privado deberá tomar el relevo del impulso económico”, según Víctor Matarranz, responsable global de esta división del Santander que aglutina el negocio de banca privada y gestión de activos.

El ciclo económico avanza rápido y se espera un menor crecimiento en los próximos 12 meses, aunque por encumbre de los datos previos al shock que provocó la covid en 2020. Además, los mercados entran en una fase de mayor incertidumbre, sobre todo por la incógnita de la evolución de la inflación. Esta situación traerá mayor volatilidad en las Bolsas, especialmente si los bancos centrales se viesen forzados a tensar aún más la cuerda monetaria como consecuencia de un alza de los precios no deseada. “La retirada gradual de los estímulos monetarios aumenta el riesgo de turbulencias en los mercados de capitales”, reconoce Ritu Vohora, analista de la gestora de fondos estadounidense T. Rowe Price. Esta opinión es compartida por Allianz: “Los inversores deberían preparar sus carteras para episodios de volatilidad y para una inflación persistente, probablemente diversificando más ampliamente entre clases de activos, estilos y regiones”.

Los expertos creen que las Bolsas de los países desarrollados lo harán mejor en 2022 que las de los emergentes (economías que se ven perjudicadas por una menor tasa de vacunación por la covid y que tendrán que lidiar con un escenario adverso como es la subida de los tipos de interés en EE UU). Dentro de los mercados desarrollados, hay bastante coincidencia en que Europa lo puede hacer mejor que EE UU. “Pensamos que Europa será una de las áreas con mayor potencial gracias al impulso de los planes de estímulo y a un entorno de tipos más estables. Todo ello, unido al atractivo de su rentabilidad por dividendo frente a los bonos, servirá de soporte a unas valoraciones ajustadas, pero no exigentes”, argumenta Francisco Sainz, director de inversiones de Imantia.

Los beneficios empresariales se presentan como el principal catalizador de las Bolsas el año que viene. Eso sí, la inflación pondrá a prueba los márgenes de muchas compañías. La capacidad para trasladar los mayores costes al precio final será clave para la sostenibilidad de las ganancias. BBVA AM, por ejemplo, sitúa su previsión de beneficios empresariales ligeramente por encumbre de la del consenso para 2022 y 2023, con cifras medias anuales del 10% de subida en ambos años para los índices agregados de EE UU y Europa, y algo superiores en España. “Las cifras de actividad económica, con permiso de las variantes de la covid, pueden sorprender al alza en los próximos trimestres, porque todavía hay demanda retenida y tasas de ahorro elevadas”, pronostican desde la gestora de fondos de esta entidad.

En términos sectoriales, una de las industrias con más potencial a medio plazo, según los expertos, es la financiera. “Los bancos se benefician del mayor dinamismo económico y la normalización de los tipos de interés. Además, el sector financiero sale de la crisis con una situación reforzada de capital que le permitirá retomar la remuneración a los accionistas (dividendos y recompras de acciones). Todo ello con unas valoraciones de los bancos que se mantienen por debajo de sus medias históricas”, destacan en Imantia.

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Cartera modelo

Los expertos de GVC Gaesco han confeccionado una cartera modelo con diferentes valores para encarar 2022. En ella destacan Solaria, Iberdrola y Repsol en el sector energético; IAG y Meliá Hoteles en turismo; Sacyr, Buzzi y FCC en construcción; Cellnex en tecnología; Inditex, Ebro y Unilever en consumo; Catalana Occidente y Axa en seguros; Stellantis y Gestamp en automoción; Santander y Unicaja en la banca, y Telefónica, Orante y TIM en el ámbito de las telecomunicaciones.

Los informes de estrategia también recogen como recomendación apostar por tendencias a largo plazo como la transición energética y el envejecimiento de la población. “La inversión temática ofrece la posibilidad de diversificar las carteras, armonizándolas al mismo tiempo con importantes cambios sociales y demográficos a largo plazo”, destacan en Allianz.

Otra estrategia recomendada para aquellos inversores con capacidad financiera y resistencia a periodos prolongados de baja liquidez son los mercados no cotizados. “La flexibilidad de los gestores de carteras de capital riesgo y de deuda privada les permiten explorar múltiples oportunidades en el entorno de mercado y economías en transición que prevemos para los próximos años. La escasez de rendimiento de los activos cotizados puede impulsar la inversión en activos diferentes a los tradicionales”, subraya Matarranz.

En deuda pública las perspectivas no son muy halagüeñas. Si la inflación sigue al alza, los mercados comenzarán a descontar subidas en los tipos de interés a largo plazo, pudiendo acercarse el bono estadounidense a 10 años a la zona del 2% (ahora está en el entorno del 1,44%) mientras que el bono alemán para el mismo plazo podría entrar en terreno positivo (actualmente su rendimiento es del -0,34%). Cuando la rentabilidad de la renta fija sube se produce una caída en el precio del bono. “Por tanto, dada la baja rentabilidad actual y unas previsiones de tipos estables o al alza, mantenemos la recomendación de infraponderación de la deuda pública de los países desarrollados”, advierte Joaquín García Huerga, director de estrategia global de BBVA AM.

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