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Internacional

Periodismo y tiranía

Este ha sido un pésimo año para el periodismo en el mundo. La cárcel y el asesinato se han prodigado para quienes se dedican al oficio de informar a sus conciudadanos. Según el Comité para la Protección del Periodismo (CPJ), organización independiente con sede en Nueva York y fundada en 1981, 293 periodistas han sido encarcelados en el mundo, 13 más que en 2020, 19 fueron asesinados y cinco más murieron en zonas de conflicto o en circunstancias sospechosas. Maria Ressa, periodista filipina, y Eugeni Muratov, periodista ruso y director de Novaya Gazeta, dedicaron sus discursos de recepción del premio Nobel de la Paz, el pasado 10 de diciembre, a los periodistas asesinados y a los que sufren persecución, y recordaron entre muchos otros los asesinatos de la rEstados Unidos Anna Politkóvskaya, el saudí Jamal Khashoggi y la maltesa Daphne Caruana Galizia y el reciente encarcelamiento del empresario de prensa hongkonés Jimmy Lai, tras el cierre gubernamental de su periódico Apple Daily.

El informe anual del CPJ no deja lugar a dudas sobre los países más encarnizados en la siniestra labor de eliminar a los periodistas de la vida pública o a veces sencillamente de la vida. Este es el sexto año consecutivo en que se contabilizan más de 250 periodistas encarcelados. La mayor cárcel es China, donde se hallan en prisión 50 profesionales. Le sigue Myanmar, con 26 contabilizados y la sospecha de que muchos más han sido detenidos. Siguen Egipto, Vietnam, Bielorrusia y Turquía, también con alrededor de dos decenas de profesionales en sus cárceles. Rusia y Arabia Saudí mantienen al menos a 14 periodistas encerrados y destacan los retrocesos en países como Etiopía y Eritrea o la India. Son 24 los periodistas muertos en el ejercicio de su oficio en 2021 en el mundo, de los que 19 han sido directamente asesinados. México ostenta el desgraciado récord, con nueve periodistas muertos, seguido de India, Afganistán y Pakistán.

Ressa y Muratov, galardonados por su defensa de la libertad de expresión y sus denuncias de los abusos de poder en Filipinas y en Rusia respectivamente, representan según el comité del Nobel, “a todos los periodistas que defienden esos ideales en un mundo en el que la democracia y la libertad de prensa se enfrentan a condiciones cada vez más adversas” y en el que el “periodismo libre, independiente y basado en hechos sirve para proteger contra el abuso de poder, la mentira y la propaganda de guerra”. Sin hechos verificados no hay verdad y sin verdad no hay confianza, no hay realidad compartida, ni tampoco posibilidad de democracia. En esas condiciones, se convierte en tarea imposible el combate contra el cambio climático o contra la covid. Este es el argumento central de Maria Ressa en su discurso de aceptación del Nobel, equivalente a la defensa por parte de Morotov del periodismo como antídoto contra la tiranía.

Fuente

Nacional

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