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Fallos de inteligencia y civiles tomados por terroristas: los “daños colaterales” de EE UU en Siria, Irak y Afganistán

Vecinos y familiares de las diez víctimas mortales por el ataque de un dron en Kabul, el 30 de agosto.
Vecinos y familiares de las diez víctimas mortales por el ataque de un dron en Kabul, el 30 de agosto.WAKIL KOHSAR (AFP)

Cinco días después de que el Pentágono diese por cerrado el caso del ataque con dron que mató a diez civiles en Kabul en agosto, una investigación del diario The New York Times publicada este sábado demuestra que el “trágico error” que asumió haber cometido en los últimos días de la retirada de Afganistán se ha repetido con frecuencia, especialmente desde 2014, cuando el uso de aviones no tripulados para golpear posiciones yihadistas en Siria, Irak y Afganistán se convirtió en un recurso habitual.

La investigación se basa en 1.300 informes del Pentágono sobre “incidentes” que causaon víctimas entre la población civil. Fueron obtenidos por el diario gracias a la ley que consagra la obligada transparencia de las administraciones. Mientras la versión oficial del Pentágono ha venido presentando los bombardeos de drones como una acción “quirúrgica” -limpia y precisa-, la realidad de los hechos constata un reguero de datos de inteligencia erróneos o cuando menos imprecisos, que se sustanciaron en “daños colaterales” inevitables.

Como el ataque que mató a los diez miembros de la familia Ahmadi, basado en información “consistente” sobre un “ataque inminente” contra el aeropuerto de Kabul, tres días después de que un terrorista suicidad matase a cientos de personas -y a 13 soldados estadounidenses- en la entrada al mismo, en el tramo final de la retirada de EE UU de Afganistán. El Pentágono mantuvo durante días que la amenaza terrorista era fidedigna, y se felicitó por haber podido “neutralizar” el riesgo, pero el objetivo real del ataque fue un trabajador local de una ONG estadounidense en Afganistán… y nueve miembros de su familia, incluidos seis menores. La identidad real de las víctimas fue revelada por medios de comunicación internacionales, presentes en Kabul aquellos días.

“La guerra aérea estadounidense ha estado marcada por fallos de la inteligencia, disparos de misiles precipitados e imprecisos y la muerte de miles de civiles, incluidos muchos niños”, relata el diario. “Ni un solo informe [sobre los incidentes] resulta en una sanción disciplinaria”. La frase parece el corolario del anuncio del Pentágono este lunes, cuando, aun asumiendo que el bombardeo sobre la residencia familiar de los Ahmadi en Kabul fue “un trágico error”, dio por zanjado el caso eximiendo de responsabilidad a los militares implicados. No hubo expedientes ni sanciones disciplinarias.

En cinco años, el Ejército estadounidense lanzó más de 50.000 ataques aéreos en Afganistán, Siria e Irak. Ha admitido haber matado accidentalmente a 1.417 civiles en los países del Creciente Fértil desde 2014, cuando el comandante en jefe de las fuerzas armadas era el presidente Barack Obama, que privilegió este método de combate. En Afganistán, la cifra reconocida de civiles muertos es de 188 desde 2018.

La información del diario se ha elaborado durante meses, con análisis de los documentos obtenidos y verificación sobre el terreno de los datos de los archivos oficiales en más de un centenar de sitios bombardeados. El número de víctimas mortales entre la población civil ha sido “significativamente subestimado” en los informes por el llamado “sesgo de confirmación”, la tendencia a sacar conclusiones conforme a lo que se cree más probable, explica el diario.

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De este modo, los militares vieron a miembros de los equipos de rescate que corrían hacia el lugar de un bombardeo como combatientes del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas), por lo que procedieron a disparar. Lo mismo sucedió, recuerda el diario, con un grupo de motoristas que marchaba en formación: fueron tomados por elementos terroristas por el Pentágono y convertidos en objetivo militar. Los errores de identificación se fundamentaron en el citado “sesgo de confirmación”.

Las promesas de transparencia del demócrata Obama se convirtieron posteriormente en “opacidad e impunidad” por parte del alto mando militar. El diario ha debido emprender varios procesos ante el Pentágono y el Comando Central (CENTCOM, en sus siglas inglesas) para poder acceder a la información. Solo en 2016 se adoptaron sanciones contra una docena de militares por su papel en un ataque aéreo en octubre de 2015 contra un hospital de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) en Kunduz (Afganistán), que causó 42 víctimas mortales. Ninguno de los sancionados afrontó cargos penales.

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