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Internacional

UE: Firmeza, descoordinación y parálisis

La cumbre europea, concluida la madrugada de este viernes en Bruselas, ha mostrado firmeza frente a Rusia. Pero, una vez más, también ha evidenciado la persistente descoordinación de los Veintisiete ante la pandemia del coronavirus y la incapacidad de los líderes de la Unión Europea (UE) de consensuar una solución para frenar la escalada de los precios de la electricidad, que perjudica gravemente a los ciudadanos y a las empresas y que amenaza la recuperación económica.

En un ejemplo de la nueva voluntad de la UE de actuar con soberanía estratégica y asumir una mayor responsabilidad en la seguridad europea, los Veintisiete han consensuado con rapidez una respuesta firme a la amenaza para la estabilidad que supone la acumulación masiva de tropas por Rusia en su frontera con Ucrania, sin añadir estridencias innecesarias que contribuyan a agravar una situación ya muy tensa. Los grandes países de Europa Occidental loginusualn que se respaldara su enfoque realista de advertir a Moscú que “cualquier nueva agresión militar contra Ucrania tendrá una respuesta de enormes consecuencias y severo coste”, sin detallar anticipadamente cuales serían esas represalias como pedían más beligerantes Polonia y los países bálticos.

El Consejo Europeo abogó por una desescalada diplomática y reactivar las negociaciones del formato Normandía (Alemania, Francia, Ucrania y Rusia) para aplicar los Acuerdos de Minsk para resolver el conflicto de Ucrania. Pero el desinterés mostrado en los últimos años por Alemania y Francia en revitalizar esas negociaciones parecen haber decantado a Moscú por apostar ahora por una negociación directa con Estados Unidos, estiman medios diplomáticos, en especial ante la eshogar influencia demostrada por la UE para que Kiev acepte avanzar en los aspectos políticos de los Acuerdos de Minsk.

Los Veintisiete acordaron establecer una visión estratégica común “ambiciosa y viable” en política exterior, seguridad y defensa, que aumente la capacidad de la UE “para actuar de manera autónoma”, aunque habrá que esperar a la cumbre de marzo de 2022 para que se concrete y refrende el texto definitivo de la Brújula Estratégica que elabora el responsable de la diplomacia europea, Josep Borrell.

Falta de coordinación

Lamentablemente, la cumbre ha evidenciado que después de dos años de pandemia los Veintisiete siguen actuando de forma descoordinada en el control de viajeros y tienen dificultades para reaccionar de forma rápida y consensuada a los nuevos desafíos, como la variante ómicron. Italia, Irlanda, Portugal y Grecia han decidido unilateralmente reclamar un certificado negativo PCR de covid para entrar en el país además del certificado de vacunación y Francia ha cerrado su frontera a la llegada de personas desde el Reino Unido salvo viajes “imperativos”. A ello se suma el problema de tener en la UE seis países con menos del 60% de la población totalmente vacunada: Bulgaria, Rumania, Croacia, Eslovenia, Eslovaquia y Polonia, según los datos del 15 de diciembre de la base Our World in Data de la Universidad de Oxford.

La cumbre europea fracasó totalmente en la cuestión esencial de la escalada incontrolada de los precios de la electricidad que ha disparado la inflación en la UE y ha obligado al Banco Central Europeo (BCE) a recortar los estímulos económicos a pesar de las incertidumbres de la recuperación y el recrudecimiento de la pandemia. Los desacuerdos en materia energética, donde se sumaron las discrepancias sobre la energía nuclear y la tasa del carbono, fueron tan pronunciados que el tema quedó excluido de las conclusiones, pese a que es uno de los principales problemas cotidianos de los ciudadanos y las empresas.

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El disfuncional sistema de fijación de precios mayoristas de la luz hace que la unidad más cara y la última que se necesita para completar la demanda fija el precio, aunque su aportación sea marginal. Esto conduce a que ahora, que la UE produce más electricidad de fuentes renovables que en los últimos 30 años, el precio de la electricidad bate récords: 309 euros el megavatio hora en España el 17 de diciembre, 329 en Italia, 338 en Alemania y 341 en Francia.

España, Francia, Italia, Grecia y Rumanía reclaman reformar el sistema de precios de la electricidad, pero tropiezan con la oposición de Alemania, los Países Bajos y Austria. Estos países han sido los más críticos con la política de estímulos del BCE y los mayores defensores del control del gasto público. Ahora la subida de la inflación les sirve de coartada para justificar un freno al gasto público anticrisis.

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