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El Banco de España recorta su previsión de crecimiento para este año en casi dos puntos al 4,5%

El Banco de España ha vertido este viernes un jarro de agua fría sobre el optimismo del Gobierno con un hachazo a las previsiones económicas. El organismo supervisor ha reducido en casi dos puntos su proyección de crecimiento para este año: la deja en el 4,5% desde el 6,3% que estimaba en septiembre, muy lejos del 6,5% que mantiene el Ejecutivo como pronóstico.

El banco también rebaja el avance del PIB para el año que viene al 5,4%, frente al 5,9% que tenía en su anterior cálculo y el 7% que ha dibujado el Gobierno en sus presupuestos de 2022. Y señala que durante los últimos meses se está produciendo una ligera moderación en el ritmo de la recuperación que hará que en el cuarto trimestre la economía crezca menos que en el tercero: un 1,6% trimestral, una cifra inferior al 2% que se registró entre julio y septiembre. Aunque se trata todavía de tasas de crecimiento vigorosas, no se corresponden con la fuerza que se esperaba que tendría la reapertura de la actividad tras las restricciones, impulsada además por los avances en la vacunación y una importante bolsa de ahorro formada durante el confinamiento.

Esta revisión tan importante aleja el momento de la recuperación de los niveles prepandemia hasta en el entorno de finales de 2022 y principios de 2023. La institución explica que se debe sobre todo a tres factores. En primer lugar, las sorpresas negativas que se han registrado en los datos de crecimiento: por un lado, la revisión a la baja que hizo el INE del segundo trimestre hasta el 1,1% trimestral; por otro, el crecimiento del 2% trimestral que se contabilizó en el tercer trimestre, bastante por debajo de lo que entonces se esperaba. Ambos datos apuntan que la reapertura de la actividad tras las restricciones no se hizo con la fuerza que se había anticipado, y han puesto el nivel de partida de la recuperación mucho más bajo. Sin embargo, el Ejecutivo ha esgrimido los datos de afiliación a la Seguridad Social y de ingresos fiscales para esgrimir que esas cifras pueden no estar bien calculadas.

En segundo lugar, el Banco de España detecta “una ligera moderación del crecimiento” en la última parte del año que puede prolongarse durante los primeros meses del año que viene. Este empeoramiento se observa en los indicadores de producción industrial, tráfico aéreo y comercio minorista, y la institución lo achaca a la nueva ola de coronovirus, la inflación y los cuellos de botella en los suministros. La situación epidemiológica está deteriorándose a pesar del elevado porcentaje de población vacunada. La subida de precios, sobre todo en la energía, resta poder de compra a los hogares y márgenes a las empresas. Y las dificultades en el abastecimiento impiden las compras y retroalimentan la inflación. El fuerte aumento de la demanda tras las restricciones se encontró con que ciertas industrias de bienes intermedios, en especial las de chips, no tenían capacidad para reaccionar a semejante incremento, en un contexto que se vio agravado por los problemas del transporte marítimo. El impacto ha sido muy significativo en sectores como el automóvil, cuyas ventas no despegan. Todas estas dificultades están teniendo una persistencia mucho mayor de lo que se preveía, reconoce la entidad.

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En tercer lugar, el retraso adicional de la ejecución de los fondos europeos hará que su efecto de estímulo no se vea en la economía hasta más tarde.

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Para el año que viene, el supervisor augura un comienzo titubeante. Los brotes de la covid ya están obligando a restricciones que drenarán crecimiento. El encarecimiento de la energía, fundamentalmente por el gas, perdurará hasta la primavera. Dicho esto, a medida que se desatascan los cuellos de botella y se activa el gasto de los fondos europeos, la actividad debería retomar el vigor. De ahí que se revise al alza el crecimiento para el año siguiente, 2023, hasta el 3,9% frente al 2% que se calculaba antes. Probablemente en ese ejercicio se acabe concentrando más el gasto de los fondos procedentes de Europa.

Pese a la mayor caída durante el confinamiento, la economía española está exhibiendo una recuperación más lenta que las de otros países europeos. Según el banco, en esto están siendo determinantes una peor evolución de la demanda exterior neta; la lenta recuperación de los flujos turísticos, que tienen un mayor peso en la economía española, y el menor dinamismo del gasto de los hogares y la inversión en vivienda.

Alivio en la inflación a partir de la primavera

La inflación proseguirá con su senda al alza hasta la primavera, momento en el que el mejor clima favorecerá una bajada de precios de la energía, tal y como se aprecia en los mercados de futuros de gas. Además, entonces comenzará a dejarse de comparar con periodos de precios bajos que hacían que los incrementos fuesen mucho más pronunciados, un efecto escalón que en la jerga los economistas llaman efectos base. Ya hacia mediados del año que viene se prevé que comience un alivio gradual de los problemas de aprovisionamiento. Así las cosas, el Banco de España prevé que la inflación media cierre este año en el 3% y suba en 2022 hasta el 3,7%. No obstante, una vez desaparecidos todos estos efectos transitorios destacados por el supervisor, la tasa de inflación se reducirá intensamente hasta el 1,2%.

El supervisor subraya que el empleo se está recuperando de forma más rápida que el PIB. La afiliación efectiva, una vez restados los trabajadores en ERTE, se recuperó en noviembre. Y el porcentaje de personas en paro estará en el 15% de media anual en este año. En 2022 descenderá hasta el 14,2% y en 2023 al 12,9%.

En cuanto a la divergencia entre los datos de empleo y PIB, el director de Economía del Banco de España, Oscar Arce, ha señalado que no hay una única respuesta plenamente satisfactoria: las propias encuestas que hace el supervisor entre las empresas dicen que el empleo ha ido mejor que la actividad y que las compañías han tenido una recuperación menos intensa de lo que esperaban, lo que se ha traducido en un mayor aumento de plantillas que de las ventas. Ha habido además una mayor recuperación en sectores con menor productividad. Y los incentivos de los ERTE han podido propiciar una recuperación más rápida de los trabajadores.

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Respecto a la brecha que también se aprecia entre recaudación fiscal y PIB, Arce ha apuntado que algunos elementos podrían contribuir a explicar esta mayor subida de ingresos tributarios, como el elevado número de transacciones inmobiliarias de vivienda Estados Unidosda, que reportan muchos ingresos pero no aportan al PIB. Los datos de la Agencia Tributaria no tienen en cuenta por ejemplo las ventas de los autónomos que están en módulos y cuya facturación ha podido ir peor. Tampoco recogen la información de las comunidades con regímenes tributarios especiales. También ha podido haber un mayor afloramiento de rentas debido a que con la pandemia se ha generalizado el uso de tarjetas y la venta online. En cualquier caso, Arce ha destacado que con la covid ha sido muy difícil recabar e interpretar los datos. Y ha reconocido que no cabe descartar que más adelante haya una revisión del PIB como las que hacen frecuentemente otros organismos estadísticos y que tendrá que valorar el INE, que es el que cuenta con toda la información, ha apostillado.

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