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El BCE reducirá las compras de deuda en 2022 pero no subirá los tipos de interés

El Banco Central Europeo (BCE) ha decidido poner punto final al programa de compras de deuda vinculado a la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés) a finales de de marzo de 2022. Sin embargo, la institución que preside Christine Lagarde considera que la “incertidumbre” que impone la crisis de la covid-19 requiere todavía de una política monetaria acomodaticia y grandes dosis de “flexibilidad”. Tratando de conciliar la subida de la inflación que preocupa a Berlín con el riesgo a que la recuperación descarrile que supone la irrupción de la nueva variante, el BCE ha decidido seguir reduciendo el ritmo de compras del PEPP hasta que concluya y, a partir de entonces, elevar la munición de su programa tradicional (APP, por sus siglas en inglés). En cualquier caso, reducirá el ritmo de compras a partir de abril de 2022 a la mitad. Al contrario de lo que ha hecho este jueves el Banco de Inglaterra, el BCE ha decidido mantener intactos los tipos de interés. “Las compras netas en el marco del PEPP también podrían reanudarse, si fuera necesario, para contrarrestar los choques negativos relacionados con la pandemia”, ha advertido Lagarde.

El Banco Central Europeo (BCE) debía decidir este jueves la suerte del programa de compras de deuda vinculado con la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), dotado con 1,85 billones de euros. La institución que preside Christine Lagarde decidió el pasado mes de septiembre relajar las adquisiciones de activos ante la fuerza que iba adquiriendo la recuperación económico, reduciéndolas de un volumen de 80.000 millones de euros mensuales a una cantidad de entre 60.000 millones y 70.000 millones, a los que se añaden 20.000 millones del programa tradicional (APP, por sus siglas en inglés). Este jueves, finalmente, ha despejado el principal interrogante: el PEPP irán languideciendo hasta desaparecer en marzo de 2022.

Sin embargo, la entidad quiere evitar el precipicio y ha decidido aumentar las adquisiciones del APP, de los 20.000 millones mensuales de ahora al doble (40.000) en el segundo trimestre y 30.000 millones en el tercero. Es decir, a la mitad que ahora. De esta forma, las compras netas de activos seguirán hasta al menos octubre de 2022, pero con menor vigor que hasta ahora. Uno de los grandes problemas del APP es que no tiene la flexibilidad del programa pandémico. Por ejemplo, ese paraguas no permite la adquisición de bonos griegos. Para ello, el BCE dotará de la máxima flexibilidad a las reinversiones de deuda que vaya venciendo del PEPP, que en lugar de acabar en 2022 lo hará en 2023.

El PEPP tenía como fecha de caducidad hasta que “la fase de crisis de la covid-19 termine” y “en cualquier caso, no antes de marzo de 2022″. Sin embargo, Lagarde mencionó –en lo que pudo ser o no un desliz— en su última comparecencia que iba a poner fin al programa el próximo mes de marzo. El 16 de diciembre estaba marcado en el calendario como la fecha en la que el Consejo de Gobierno del organismo debía decidir sobre la suerte del programa. En la retina de sus miembros perdura el resbalón de 2011 de Jean-Claude Trichet, cuando decidió elevar los tipos de interés ante la subida de la inflación, lo cual ahondó en la crisis financiera.

Alrededor de la mesa del consejo había varias opiniones, que transitaban desde la vehemencia de algunos halcones para pedir que se vaya echando el freno a la política monetaria expansiva hasta las advertencias de las palomas de los riesgos de una retirada de estímulos a destiempo. Los defensores de la disciplina avisan sobre la elevada tasa de inflación, del 4,9% en la zona euro. En Alemania, donde el debate sobre los precios es más intenso, alcanzó el 6%.

Los países del sur, en cambio, están más preocupados por la posibilidad de que una retirada prematura pueda poner en jaque una recuperación vuelve a verse truncada por los problemas de suministro y los cuellos de botella. El instituto Ifo ya advirtió esta semana que la economía alemana probablemente sufrirá otra contracción y no recobre el nivel prepandemia hasta mediados de 2022. La nueva variante ómicron añade más incertidumbre al panorama y da razones a los que piensan que todavía no pueden retirarse los estímulos para evitar que la recuperación acabe descarrilando.

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El analista de ING Carsten Brzeski cree el BCE quiere evitar el “efecto acantilado” que tendría fulminar el PEPP, puesto que se pasaría de unas compras mensuales de 80.000 millones a unas de 20.000 millones (las que están dentro del APP). Los analistas ven factibles varias opciones: ampliar el PEPP, usa el APP o crear un nuevo programa. La opción de ampliar el PEPP puede ser problemática porque varios miembros del Consejo se han pronunciado ya sobre la necesidad de ponerle fin, pero el uso del APP –con más munición— se antoja complicado dada su rigidez. Por ejemplo, no se podría comprar deuda griega.

El gestor de carteras de Pimco Konstantin Veit cree que el BCE optará por reducir el ritmo actual de compras hasta un volumen de entre 40.000 y 60.000 millones de euros mensuales. “Esto podría adoptar la forma de una dotación de transición de entre 200.000 y 300.000 millones de euros durante nueve meses”, afirma. Los analistas sí descartan, en cambio, una subida de tipos de interés como la que plantea Estados Unidos.

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