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La energía eólica supera a la nuclear y lidera la generación de electricidad en España por primera vez desde 2013

Pase lo que pase en las tres próximas semanas, incluso si el viento dejase de soplar abruptamente, la energía eólica terminará el año como la primera fuente de electricidad en España. El viento superará, así, a la nuclear en la matriz eléctrica nacional por primera vez desde 2013, el único ejercicio de toda la serie histórica en el que los aerogeneradores fueron la principal tecnología de generación. Aquel año, especialmente bueno en lo que a recurso eólico se refiere, la nuclear se vio afectada por el cierre de la central de Garoña. Desde entonces, sin embargo, la eólica no ha dejado de crecer ni en términos absolutos ni en términos relativos (como porcentaje sobre el total de energía generada), una tendencia que continuará en los próximos tiempos.

El hito, avanzado este miércoles por el diario digital Nius, es el aperitivo de lo que está por venir. “La eólica va a dominar en el sistema eléctrico español durante mucho tiempo”, resume Francisco Valverde, consultor de Menta Energía. Según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), publicado por el Gobierno el año pasado, la potencia instalada de aerogeneradores casi se duplicará de aquí a 2030. En ese periodo, el ritmo de crecimiento de la solar fotovoltaica será aún mayor (la potencia instalada más que se cuadruplicará), hasta convertirse en la segunda fuente de generación más importante, aunque todavía lejos de la eólica incluso si se añade la aportación de la termosolar. La potencia nuclear instalada bajará, por su parte, a menos de la mitad de su nivel actual. Y tanto el ciclo combinado (las centrales alimentadas con gas natural) como la hidráulica mantendrán su peso en un mix en el que desaparecerá por completo el carbón.

Con los precios del gas natural disparados —en Europa hoy cuesta el cuádruple que en enero pasado— y los derechos de emisión de CO₂ por las nubes, dos factores que han arrastrado consigo al mercado mayorista de la luz —2021 será, por mucho, el año más caro de la historia—, la eólica es más relevante que nunca para abaratar la factura de la luz. La ecuación es clara: cuanto más aporten los aerogeneradores y las placas solares, menor será el coste para los consumidores y empresas adscritos al mercado regulado, también conocido como PVPC. La mejor prueba de esta máxima fue el pasado verano, cuando, para compensar la falta de viento, los ciclos combinados tuvieron que aumentar su actividad, arrastrando consigo los precios. Bajo el actual sistema marginalista, el precio de la luz lo fija el último megavatio hora que entra en el mercado, que en el último año ha sido, en muchos tramos horarios, los ciclos combinados.

Las renovables, cada vez más cerca del rebase

El incremento en la generación eólica y solar fotovoltaica en lo que va de 2021 acercará, además, a la suma de todas las renovables a la mitad de la tarta de generación: aportarán, conjuntamente, cerca del 47%, según la última actualización de Red Eléctrica de España (REE) consultada por este diario. Todo a pesar de que la generación hidráulica se ha visto mermada por la menor disponibilidad de agua en algunas cuencas. Por poner el dato en perspectiva, hace una década las renovables aportaban menos de la tercera parte de la electricidad que se consumía en España.

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A la vista de la evolución de los últimos años y de la avalancha inversora en energías verdes, el rebase debería producirse en pocos años. ¿Cuántos? “Dependerá, en gran medida, de lo que vaya a entrar en las nuevas subastas [de eólica y de solar] y de la aportación hidráulica, que te cambia todo”, responde Pedro Linares, catedrático de la Universidad Pontificia Comillas especializado en temas energéticos. “Hoy”, refrenda Valverde, “lo que da dinero son las renovables”. Pese al reciente resurgir de la nuclear en el debate público, dice, esta solo es viable si lleva aparejadas “subvenciones importantes”. “A veces parece que la gente no lo tiene claro, pero España lo tiene todo: tenemos más viento y más sol que prácticamente ningún país europeo”.

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Natalia Fabra, catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid, completa esa idea: “Hay una cosa clara: que el resto de tecnologías no van a crecer y las renovables, sí”. Su “impresión”, de hecho, es que los objetivos de energías verdes que fija el PNIEC se van a cumplir bastante antes de 2030. “La evolución tecnológica solo va a ayudar: los costes de invertir en renovables y en baterías para almacenar los excedentes no van a dejar de caer, y eso va a hacer que el proceso vaya aún más rápido”, apunta por teléfono. La gran incógnita —y el gran riesgo— reside, a su juicio, en la aceptación social de estas tecnologías, con crecientes movimientos de protesta en algunas zonas de España contra la instalación de aerogeneradores y paneles fotovoltaicos. “Va a depender mucho de las políticas que se pongan en marcha: que los proyectos aporten más a las arcas públicas locales y que los ciudadanos noten un cambio positivo”.

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