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El futuro de las ‘telecos’ se juega en Italia

Telecom Italia (TIM), el principal grupo de telecomunicaciones italiano, está acostumbrado al ruido después de dos décadas de gestión disfuncional, propiedad inestable y disputas entre inversores, miembros del consejo de administración y políticos. Ahora abre un nuevo episodio en su agitada historia. Tras 23 años en manos privadas, la mayor parte de ellos en declive, en los que ha acumulado una deuda que ronda los 22.000 millones de euros, ha despertado el apetito de uno de los grandes tiburones del capital riesgo. El desenlace del órdago condicionará probablemente no solo su futuro sino el del resto de telecos europeas.

KKR trata de aprovechar la crisis que atraviesa el sector de las telecomunicaciones en Europa, acorralado por la multiplicación de operadores, especialmente los de bajo coste, que ha desembocado en una cruenta guerra de precios difícil de lidiar para las compañías tradicionales. Y ha presentado una opa para hacerse con la totalidad de Telecom Italia. Está dispuesto a desembolsar 11.000 millones, 33.000 millones incluida la deuda, para comprar la maltrecha compañía. Un precio que algunos analistas consideran muy bajo. “El valor de esta oferta es sacudir el mercado de las telecomunicaciones. Los operadores están bajo presión en términos de gastos y han reducido su rentabilidad, al menos en Europa”, señala Marco Gambaro, profesor de Economía de la Universidad Estatal de Milán. Y agrega: “Todo gira en torno a la banda ancha para el transporte de vídeo, las telecos sufren la presión de Netflix o Amazon Video, que las han relegado a meros transportadores de datos. Los gestores de comunicaciones no han conseguido ser los líderes de los canales, lo que incide en su rentabilidad”.

Telecom Italia ha creado un comité para valorar la propuesta de KKR. En caso de concretarse, sería la mayor compra del private equity en Europa. La propuesta encuentra a TIM, con fuerte presencia en Brasil, en mínimos históricos en casi todos los frentes: sin estrategia definida, con una montaña de inversiones por realizar, cercada por la competencia y por unas cuentas en constante deterioro y con la deuda disparada. En el mercado, las acciones del grupo han perdido la mitad de su valor en los últimos cinco años. “KKR es un fondo no agresivo con elementos interesantes, se le presupone un compromiso financiero y estratégico importante que podría resolver el punto muerto en el que se encuentra la compañía desde hace tiempo”, apunta Michele Polo, profesor de Economía en la Universidad Bocconi de Milán.

En octubre, TIM revisó por segunda vez a la baja sus objetivos para 2021. Las nuevas estimaciones para este año contemplan una bajada del 5% en los ingresos y un descenso en los márgenes de beneficio entre un 5% y un 9%. Los resultados de los primeros nueve meses de este año tampoco estuvieron en línea con lo esperado. Los ingresos cayeron un 2,2% respecto al mismo periodo del año anterior, hasta los 11.400 millones de euros y el beneficio bruto de explotación se desplomó un 14%, hasta los 4.390 millones.

La propuesta que KKR presentó el 21 de noviembre de 50,5 céntimos de euro por acción resulta tentadora para todos menos para Vivendi. La opa valora a la compañía italiana en unos 11.000 millones de euros y aunque está por debajo del nivel que tenía la cotización antes de la pandemia, contiene una prima del 48% sobre el precio medio de tres meses de los títulos de Telecom Italia. Aún así no es suficiente para convencer al principal accionista, el grupo francés de telecomunicaciones Vivendi, controlado por Vincent Bolloré, que posee el 23,5% del capital. Viviendi, que en su día pagó en torno a un euro por acción, cree que la oferta del fondo estadounidense no refleja el verdadero valor de TIM y, según apuntan algunos medios, está buscando una contraopa que eleve la puja, en la que podría entrar también otro gigante del capital riesgo como CVC. KKR —uno de los principales accionistas de MásMóvil—, es un coloso que administra 400.000 millones de euros en activos. Además cuenta con más de 100 empresas en cartera y con unos ingresos de 250.000 millones anuales, lo que le otorga margen de maniobra para aumentar su oferta llegado el caso.

Su movimiento ya ha tenido consecuencias con una reestructuración de la cúpula, tras la salida del consejero delegado Luigi Gubitosi. El 26 de noviembre dejó su puesto en TIM entre acEstados Unidosciones, que él mismo calificó como “falsas” y “fuera de lugar”, de que podría tener algún interés para que prospere la operación con el fondo americano. Es el cuarto consejero delegado que se va en seis años. El consejo de administración aceptó su renuncia y remodeló la dirección del grupo con varios traspasos de mandos en áreas clave, para “garantizar de forma inmediata la plena operatividad”.

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Por otro lado, el Gobierno, que posee cerca del 10% de TIM a través de Cassa Depositi e Prestiti, el banco de inversiones público, sigue con interés el desarrollo de la operación. Tiene poder de veto para bloquear movimientos en sectores estratégicos como la energía, los transportes, la defensa o las telecomunicaciones. El primer ministro Mario Draghi ya ha activado este mecanismo en varias ocasiones para impedir la venta de empresas de semiconductores y microchips a China.

Un factor clave es que Telecom Italia posee la mayor parte de la infraestructura de telecomunicaciones del país. Y es uno de los dos gestores encargados de extender la red de banda ancha ultrarrápida a todo el territorio, algo que en Italia va con retraso respecto al resto de Europa y que resulta esencial para su estrategia de digitalización, parte del plan nacional de recuperación. El otro gestor es Open Fiber, que tiene un 60% de capital público. KKR ya invirtió el pasado año 1.800 millones de euros en la división de TIM, FiberCorp, que trabaja en la modernización de la red y el paso a la fibra. “La situación en Europa presenta oportunidades importantes de inversión a medio plazo porque en todos los países y en particular en Italia las autoridades están impulsando el desarrollo de las redes de fibra y además se esperan contribuciones europeas procedentes de los fondos de recuperación”, indica Polo.

Los analistas coinciden en que Roma tratará de garantizar su soberanía en la gestión de la red nacional de fibra, que se Estados Unidos además para cuestiones de defensa y de seguridad nacional. Ante unos activos tan sensibles, lo que finalmente pueda llegar a concretarse en el mercado y presentarse a los accionistas estará condicionado por lo que permita el Ejecutivo de Mario Draghi. El Gobierno, previsiblemente, también exigirá garantías para los 42.000 puestos de trabajo que Telecom tiene en Italia. Llegados a este punto, KKR ha debido de considerar que las posibles limitaciones son aceptables. Sin nada concreto sobre la mesa, son múltiples las hipótesis que se barajan. Entre ellas una posible separación de la empresa entre la infraestructura de la red telefónica y la actividad comercial.

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