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Inditex, ante el reto de repetir el éxito del tándem Ortega-Isla

La noticia estaba en ­Arteixo, esa localidad cercana a A Coruña. Allí tiene su sede Inditex, la empresa creada por Amancio Ortega a partir de una tienda de ropa de mujer que denominó Zara, y allí es donde ha pasado los últimos 16 años y medio Pablo Isla desde que fue fichado por aquel visionario de la moda para que dirigiera los destinos de la empresa hasta convertirla en un imperio, líder del sector a escala del mundo.

Isla formó parte de una terna de candidatos que había seleccionado el cazatalentos Carlos Alemany para sustituir a José María Castellano, el ejecutivo con el que Ortega había iniciado la expansión de la firma. Isla alumbraba su currículum con el número 1 de su promoción de abogado del Estado, que sacó cuando tenía 24 años; con haber sido director general de Patrimonio del Estado con 32, secretario general del Banco Popular unos años después y, finalmente, copresidente de Altadis (fusión de Tabacalera y la francesa Seita) en sustitución de César Alierta.

Isla y Ortega congeniaron desde el principio. Se produjo un flechazo que se ha consolidado con los años. La relación fue tan fluida que Ortega prácticamente le integró en su núcleo de confianza. Aquel ejecutivo de 41 años que había encontrado en Madrid era lo que buscaba. El tiempo confirmó las sensaciones. Isla se instaló con su familia en la zona residencial de Oleiros, se integró en la atmósfera coruñesa (allí nació su hija pequeña, la tercera de su descendencia) y se ganó a Ortega. El patriarca le cedió el trono presidencial con mando ejecutivo en 2011, seis años después de su llegada, lo que le permitió además dedicarse a sus inversiones en negocios de real estate y de otra índole que le han consolidado como uno de los ricos más ricos del mundo.

Ortega e Isla (o viceversa) se convirtieron en un tándem engrasado mientras abrían tiendas por todo el planeta (con presencia en más de 100 países), hacían una plena integración digital con su propia plataforma tecnológica (lleva sus marcas a más de 200 países) y apostaban por la sostenibilidad, una de las obsesiones junto a la de hacer una empresa responsable que Isla ha transmitido a todo el equipo y que él suele atribuir a su formación jesuítica.

Mientras, ambos cumplían años: 85 tiene el mayor, 57 el más joven. También Marta Ortega, que lleva 15 en la empresa, se hacía mayor hasta llegar a la edad (37) en la que tanto su padre como Isla han considerado que estaba en condiciones para heredar la manija del emporio familiar. Marta Ortega ejercerá como presidente no ejecutiva; el día a día recaerá en Óscar García Maceiras, directivo de 45 años incorporado este año como secretario general. El reto de la pareja Ortega hija-Maceiras radica en mejorar (o al menos repetir) la sintonía y los logros de la pareja Ortega padre-Isla.

A Isla le quedan años por delante para seguir en la brecha. Deja Inditex con las espaldas bien cubiertas y por su cabeza no pasa ahora mismo nada más que volcarse en facilitar la transición. Luego ya tendrá tiempo para otros menesteres. Su perfil es el apropiado para cualquier consejo de administración de grupos nacionales o internacionales. De hecho, ya lo es de la compañía suiza Nestlé. También es miembro del consejo asesor del prestigioso MIT y de la universidad china ­Tsinghua. El único impedimento que tiene es no trabajar en una firma competidora.

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Ha estado en todas las pomadas. Se ha codeado con los principales empresarios, reflejado en aquel efímero Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) que se creó en 2011, en plena gran recesión, para apoyar la internacionalización de la empresa y apoyar al Gobierno. Lo presidía su mentor, Alierta, y era el más joven de un grupo en el que estaban Emilio Botín, Isidoro Álvarez, Isidro Fainé, Florentino Pérez, José Manuel Entrecanales, Juan Roig, Ignacio Sánchez Galán… Hombre de consenso, todos quisieron que asumiera el cargo en aquel Consejo. A Isla le costó decir que no; pero se mantuvo al margen. El CEC murió por inanición en 2017.

Alierta también le quiso hacer su sucesor en Telefónica, donde era consejero, pero Isla estaba muy involucrado en Inditex y, además, su fidelidad a Ortega no le permitía cambiar de trasatlántico. Se ha mantenido alejado de los focos hasta que, con la crisis de la pandemia, decidió dar el paso adelante en la cumbre empresarial organizada por la CEOE en 2020, que él inauguró y clausuró, dejando un decálogo con las claves para la reconstrucción.

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