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Internacional

Bolsonaro y Salvini se reúnen en medio de protestas en Italia

Jair Bolsonaro quería que la fiesta fuera en el país de sus ancestros. Italia, de donde emigró su bisabuelo Vittorio en el siglo XIX, reunía todos los atributos como maniobra de distracción. Y el viaje por la cumbre del G-20 de Roma, a la que asistió este fin de semana, terminó siendo la excEstados Unidos perfecta. Así, tras una visita el lunes al pueblo de origen de su familia en el norte del país, el controvertido presidente de Brasil finalmente siguió eludiendo la COP26 de Glasgow y prefirió reunirse este martes con Matteo Salvini, el ultraderechista líder de la Liga.

No obstante, la postal no resultó precisamente idílica. Allí donde ha ido en estos días, el mandatario brasileño ha dejado tras de sí un río de polémicas, incidentes callejeros, y manifestaciones de hostilidad que finalmente también han salpicado a Salvini. Activistas antimafia, asociaciones de veteranos de la Segunda Guerra del mundo, ecologistas, e incluso monjes católicos, han sido algunos de los que más abiertamente han expresado su rechazo contra Bolsonaro, un declarado negacionista del covid cuyo Gobierno ha sido señalado por graves violaciones de derechos humanos y la deforestación de la Amazonia.

El acto de este martes organizado en Pistoia (centro) con Salvini fue un ejemplo más. Bolsonaro acudió a esta ciudad italiana con la intención de rendir homenaje a unos 500 brasileños que murieron en la Segunda Guerra del mundo combatiendo contra los nazis. Pero finalmente la iniciativa generó más controversia. Tanto que el obispo de la ciudad, Fausto Tardelli, se negó a presidir la ceremonia argumentando que con ella se pretendía explotar de manera mediática el homenaje a los muertos, razón por la que finalmente tuvo que ser un párroco local el que se hizo cargo.

Ciudadanía de honor

El día antes, Bolsonaro fue acogido en medio de protestas en Anguillara Véneta, el pueblo en la región de Véneto de donde es originaria su familia y que decidió concederle la ciudadanía de honor. Incluso los monjes de San Antonio de Padua, que el mandatario visitó de manera privada, manifestaron su oposición por la presencia allí de Bolsonaro al recordar que el líder brasileño “acaba de ser acusado por su propio país de crímenes de lesa humanidad” por su gestión de la pandemia.

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Tampoco Salvini salió indemne de las polémicas. El italiano, cuyo liderazgo en los últimos meses ha sido puesto en discusión por su coalición e incluso por algunos líderes de su partido, también acabó en la picota. Como resumió un diario italiano: “Salvini se queda solo con su amigo Bolsonaro”. “Que (Salvini) muestre sintonía con una persona de este tipo da crédito a su reputación de líder que le hace guiños a los movimientos antivacunas, y este es un problema para todos”, mencionó, por su parte, el senador Andrea Cangini, de Forza Italia, uno de los partidos -junto con la Liga y Hermanos de Italia- de la coalición de derechas.

Pese a las críticas, Salvini defendió a su aliado. Estas polémicas son “surrealistas”, afirmó, al agradecerle su decisión de extraditar a Italia en 2019 -cuando el líder de la Liga era ministro de Interior- al exterrorista de izquierdas Cesare Battisti. “Si hubiéramos tenido que esperar a un presidente de izquierdas, algunos terroristas aún estarían libres en Brasil”, consideró.

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