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Internacional

António Guterres: “Basta de tratar a la naturaleza como un váter. Estamos cavando nuestras tumbas”

El secretario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, ha advertido a los líderes del mundoes presentes en la ceremonia de apertura de la cumbre de Glasgow de que la humanidad está “cavando” su propia tumba debido al creciente ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero en el que está inmerso el ser humano desde la Revolución Industrial. “Basta de tratar a la naturaleza como un váter”, ha reprochado. “Basta de quemar, perforar y minar nuestro camino”, ha añadido en referencia a los combustibles fósiles, principales responsables de esas emisiones y el alimento de la economía del mundo desde esa Revolución Industrial.

La cumbre de Glasgow despliega este lunes su jornada más política, con los discursos de los principales líderes del mundoes. Viene precedida de una sombra de pesimismo y decepción, después de que los países que forman el G-20 (responsables del 80% de las emisiones planetarias) se limitaran en Roma a reafirmar el compromiso global contra el cambio climático acordado hace seis años en París, sin ofrecer nuevos detalles ni demostrar mayor ambición.

Guterres ha instado a los alrededor de 120 líderes del mundoes presentes en la cumbre de Glasgow a revisar sus planes de recorte de emisiones de forma continua. “No cada cinco años. Cada año”. Porque los esfuerzos que están sobre la mesa ahora, pese a que se han revisado en muchos casos, se quedan cortos. El objetivo del Acuerdo de París es conseguir que el incremento de la temperatura se quede entre los 1,5 y los 2 grados respecto a los niveles preindustriales. Ese es el colchón de seguridad que fija la ciencia para evitar el calentamiento más desastroso. Pero el planeta es ya 1,1 grados más cálido que antes de la Revolución Industrial y los planes de recorte que las casi 200 naciones firmantes del Acuerdo de París han presentado llevan a un incremento de unos 2,7 grados.

“Los países deben revisar sus planes y políticas climáticas nacionales”, ha insistido Guterres. “Hasta que esté asegurado mantenerse en 1,5 grados, hasta que terminen los subsidios a los combustibles fósiles, hasta que haya un precio al dióxido de carbono y hasta que el carbón se elimine gradualmente”.

“Falta un minuto para la medianoche”, ha advertido por su parte el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, a los participantes de la cumbre. Su país preside la COP26, la mayor apuesta diplomática de la era pos-Brexit. En los últimos días, el Gobierno británico ha intentado acelerar la presión para que el encuentro de Glasgow no acabe resultando un fracaso. “Debemos avanzar de la fase de declaraciones y debate a la de una acción real y concertada en todo el mundo respecto al carbón, los coches, la financiación y los árboles”, ha dicho Johnson. Un Gobierno como el suyo, tan dado a los eslóganes, ha encontrado la combinación perfecta para esta cumbre: Coal, Cars, Cash and Trees (Carbón, Coches, Dinero y Árboles). Es decir, un acelerón en el final definitivo del consumo de carbón; avances consistentes hacia los vehículos eléctricos; más financiación para el esfuerzo de transición energética de las naciones emergentes; y más reforestación para capturar el dióxido de carbono de la atmósfera. “Las promesas que el mundo hizo hace seis años en París están comenzando a sonar muy huecas”, advirtió Johnson desde Roma el domingo.

Estos son algunos de los compromisos concretos que lleva años pidiendo la ONU a los países para poder hacer frente al calentamiento. Y de la cumbre de Glasgow se espera que puedan salir precisamente promesas de abandonar el carbón o poner fecha de caducidad a los coches de combustión. También, como ha recordado Guterres, es necesario que se termine que desarrollar el Acuerdo de París. En concreto, que se termine de acordar la aplicación del artículo 6, el que hace referencia a los mercados de carbono como una herramienta para luchar contra el calentamiento.

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Metas a largo plazo

Durante esta cumbre también se espera que aumente el número de países que se comprometan a alcanzar las emisiones netas cero a mediados de siglo. Esto significa que solo podrían emitir los gases que puedan ser capturados por la naturaleza (los bosques y océanos) o por tecnologías que hoy son experimentales. Lograr las emisiones cero a mediados de siglo es, precisamente, el camino que fija París para quedarse entre los 1,5 y los 2 grados. Justo antes del arranque de la cumbre, EE UU ha presentado su plan para cumplir con ese objetivo en 2050. “Ahora mismo ya nos estamos quedando cortos. No queda más tiempo que perder discutiendo entre nosotros”, ha dicho en su discurso el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien ha reprochado a China y a Rusia su ausencia en la cumbre, y ha recordado al resto del mundo que Washington vuelve a ser un actor fundamental en la lucha contra el cambio climático, después del retroceso que supuso la Administración de Donald Trump. China y Rusia también se han comprometido a esa neutralidad de emisiones, aunque en 2060.

En cualquier caso, Guterres ha recordado este lunes que “hay un déficit de credibilidad y un exceso de confusión sobre las reducciones de emisiones y los objetivos de cero emisiones, con diferentes significados y diferentes métricas”. Porque muchos prometen esa neutralidad de las emisiones para 2050 o 2060 sin que se trace una senda clara de reducción de sus gases de efecto invernadero para esta década.

Aunque el Acuerdo de París se refiere fundamentalmente a las acciones que deben tomar los Estados que se adhieren, muchas empresas y organismos públicos subnacionales están prometiendo también emisiones netas cero. Como ocurre con los países, esos anuncios son poco claros en muchos casos y el temor es que sean meras estrategias publicitarias. Guterres ha explicado en su discurso de este lunes que establecerá “un grupo de expertos para proponer estándares claros para medir y analizar los compromisos de emisiones netas cero de los actores no estatales”.

La mitigación de las emisiones es el foco central de estas cumbres. Pero la otra gran pata de discusión es la financiación climática por la que los países desarrollados, principales caEstados Unidosntes del calentamiento global por sus emisiones históricas, deben ayudar económicamente a los Estados más pobres. El compromiso era llegar a los 100.000 mdd (86.000 millones de euros) de financiación climática en 2020. Pero en 2019, según los cálculos de la OCDE, se habían movilizado 79.600. Y un reciente informe liderado por Alemania y Canadá reconoce que no se alcanzará hasta 2023 la meta de los 100.000 mdd. Además, muchas organizaciones no gubernamentales ponen en duda la incidencia de esos fondos y critican que una gran mayoría del importe se corresponda con préstamos y no con ayudas a fondo perdido.

Esta promesa incumplida hace que algunos países en desarrollo que cada vez emiten más se resistan a poner sobre la mesa objetivos ambiciosos de reducción de sus gases, como es el caso de la India. Guterres ha asegurado que “es fundamental para restaurar la confianza y la credibilidad” que se cumpla con el objetivo de los 100.000 millones.

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