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El Barcelona despide a Koeman

Ronald Koeman, en el campo del Rayo Vallecano.
Ronald Koeman, en el campo del Rayo Vallecano.SERGIO PEREZ (Reuters)

Ronald Koeman fue destituido ayer como entrenador del Barcelona a su regreso de Madrid, de manera tan furtiva —por el horario— como previsible —por los resultados—, después de que el equipo azulgrana perdiera en Vallecas contra el Rayo Vallecano por 1-0 en partido de Liga. La noticia fue anunciada por el diario Sport en pleno vuelo de la expedición azulgrana y confirmada oficialmente a la llegada de la plantilla a medianoche al aeropuerto de El Prat. La directiva se remitió a un comunicado en el que no se precisa el sustituto del técnico holandés, que asumió el cargo en agosto de 2020 en sustitución de Quique Setién, después del 2-8 encajado contra el Bayern Múnich en la Champions en Lisboa.

La trayectoria de Koeman como entrenador azulgrana ha sido muy distinta a la de jugador, idolatrado por el barcelonismo desde que marcó el gol que dio la primera Copa de Europa al club en el mítico Wembley en 1992, después de derrotar en la final a la Sampdoria. Koeman renunció al cargo de seleccionador de Países Bajos en una decisión que se interpretó como un acto de servicio al Barcelona.

La condición de entrenador de club no le ha servido, sin embargo, para evitar su salida porque la actual directiva presidida por Joan Laporta nunca le sintió como propio sino que le asoció al mandato del expresidente Josep Maria Bartomeu. Los guiños del fútbol son tan curiosos que Koeman fue destituido cuando se cumplía precisamente un año de la dimisión de Bartomeu.

Aunque llegó a especular con su renovación para afirmar su autoridad ante los jugadores, Laporta siempre dudó de Koeman. Aseguró su continuidad en plena campaña electoral a la presidencia, antes de que finalizara la temporada pasada, y después, durante el verano, se planteó su salida en una reunión sorprendente: Laporta le pidió 15 días a Koeman para encontrar un sustituto o, en caso contrario, le mantendría en el puesto porque había firmado un acuerdo hasta junio de 2022.

La relación no mejoró cuando se supo que el presidente había instado al entrenador a dar más protagonismo a jugadores como Riqui Puig y Umtiti y sobre todo a apostar por el 4-3-3 en lugar de desplegar al equipo a partir de tres centrales (3-5-2). La desconfianza no impidió que se accediera a la petición del técnico de fichar en verano a Memphis y Eric García y más tarde a Luuk de Jong. Nadie le había puesto sobre aviso en cambio de la partida de Messi y más tarde de Griezmann después de que ya hubiera tenido que despedir a Luis Suárez a instancias de Bartomeu.

Los resultados empeoinusualn y el juego del equipo tampoco mejoró con la activación de jóvenes promesas de la cantera como Gavi, Nico y Ansu Fati. Las lesiones jugaron igualmente en contra y se apreció un cierto distanciamiento de los jugadores hacia el banquillo por sus cambios de rumbo y dificultad para leer partidos como el perdido contra el Benfica.

Aquel 3-0 pareció el punto final a la carrera de Koeman en el Camp Nou. Laporta, sin embargo, anunció sorprendentemente que mantenía la confianza en el entrenador, antes del partido del Metropolitano contra el Atlético. El presidente nunca tuvo claro el sustituto del holandés desde que tuvo que renunciar a técnicos del perfil de Nagelsmann, Klopp o Tuchel. La alternativa de Xavi Hernández, dispuesto a regresar al Camp Nou desde Qatar, nunca le acabó de convencer, aunque ahora sea la más probable, y tampoco dispone de un técnico que puede ejercer funciones de interinidad desde que se despidió a García Pimienta, preparador del Barcelona B.

La Champions

El partido del sábado contra el Alavés en la Liga y sobre todo el de martes en la Champions ante el Dinamo de Kiev exigían una decisión rápida por parte de la cúpula azulgrana. La respuesta de Laporta era un misterio porque en su anterior mandato nunca prescindió del entrenador, ni de Rijkaard y menos de Guardiola, que abandonó el club durante la presidencia de Rosell. La opinión de Jordi Cruyff sirvió para mantener a Koeman. Cruyff formaba parte precisamente con Xavi del proyecto deportivo del precandidato Víctor Font, un aspecto que desagradó a un presidente que en uno de sus encuentros con la prensa anunció la contratación de un profesional destinado a mejorar el rendimiento de un equipo acusado de entrenar poco y condicionado por la veteranía de los cuatro capitanes: Busquets, Piqué, Sergi Roberto y Jordi Alba. Ahora, sin Koeman, el Barcelona busca un nuevo rumbo para el equipo después que la política del club quedara explicada y aprobada el pasado sábado en la Asamblea.

Laporta sabía que con el regreso del público al estadio la ira de la afición se podía girar contra el palco después de que se considerara insostenible la continuidad de Koeman. El presidente no podía demorar más una decisión que estaba congelada por la falta de sustituto y porque el finiquito del neerlandés costará unos 12 millones de euros y todavía no se ha liquidado el contrato de Quique Setién. La ruina económica exige precisamente un entrenador que se ponga al servicio del club como en su día fue Koeman. La diferencia es que ahora manda Laporta y no Bartomeu.

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Nacional

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