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El Eurogrupo teme que la crisis energética agrave la desigualdad provocada por la covid

Desde la izquierda: la vicepresidente española, Nadia Calviño, habla con el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, y el presidente del Mecanismo Europeo de Estabilidad, Klaus Regling.
Desde la izquierda: la vicepresidente española, Nadia Calviño, habla con el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, y el presidente del Mecanismo Europeo de Estabilidad, Klaus Regling.JULIEN WARNAND (EFE)

La escalada del precio de la energía ha tomado finalmente la agenda de la Unión Europea. Tras varios meses de indiferencia de Bruselas por una crisis energética que solo golpeaba a un reducido grupo de países, entre ellos España, la Unión Europea teme ahora que el alza generalizada de los precios de la electricidad y del gas tenga devastadoras consecuencias sociales y económicas para todo el club comunitario. El temido impacto ha sido analizado por primera vez este lunes durante una reunión del Eurogrupo, el foro que agrupa a los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro. Al acabar la cita, ha sido el presidente del Eurogrupo, el ministro de Finanzas irlandés, Pascal Donohoe, quien ha señalado esta preocupación. Tampoco los documentos de trabajo para ese encuentro dejan dudas de la inquietud por las consecuencias de una crisis que no solo repercute en los grandes indicadores económicos, como la inflación, sino también en unas facturas mensuales que pueden causa graves heridas económicas en las personas y ciudadanos más vulnerables. La preocupación de los ministros se acentúa porque el nuevo golpe llega tras una pandemia que ya ha agravado los problemas de desigualdad en el continente.

“La covid-19 ya ha afectado de forma desigual sobre algunos colectivos. Hay un alto riesgo de que el encarecimiento de la energía tenga un impacto desproporcionado sobre los colectivos de bajos ingresos y las personas mayores, lo que es una preocupación en los próximos meses”, señala una nota preparatoria del Eurogrupo. El documento ha sido la base para un primer debate que proseguirá este miércoles durante una reunión de los ministros de energía de la UE. Y que se espera que desemboque en una respuesta política en la cumbre europea de final de mes, donde los líderes comunitarios podrían pactar medidas urgentes para evitar que la temporada de invierno desencadene una espiral de precios de la energía que dé al traste con la incipiente recuperación económica y con el esperado rebote del consumo interno después de la pandemia.

Será una respuesta en dos tiempos, por lo que ha declarado el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, al acabar el encuentro. Para finales de este mes, llegaría la “caja de herramientas” que está preparando la Comisión Europea, que no es más que un abanico de posibles medidas que los países miembros pueden adoptar para atajar el problema sin salirse de la legislación presente, como ha aclarado el político italiano. Las discusiones continuarían hasta diciembre, donde podrían perfilarse soluciones de mayor calado. No obstante, no parece que de este proceso vaya a salir una transformación radical del mercado energético. “No creo que tengamos una revolución”, ha admitido Gentiloni.

Ahora se trataría de aliviar el aumento del coste, ya que sin una intervención europea en el mercado la factura adicional para los consumidores europeos podría superar los 100.000 millones de euros, según uno de los documentos oficiosos aportados por las delegaciones del Consejo de la UE. Un lastre que condenaría a un número creciente de hogares a la inopia energética y que mermaría drásticamente el margen de gasto de muchos ciudadanos comunitarios.

Preocupaciones como estas explican que la subida de la inflación y, sobre todo, el salto de los precios de la energía haya entrado de lleno en los debates de Bruselas. España ha presionado para incluir este asunto en las agendas comunitarias y, finalmente, con el aumento de los precios, lo ha logrado. “Desde que España planteó este tema en las primeras reuniones, se ve un creciente interés de dar una respuesta europea a esta cuestión”, recordaba la vicepresidente primera, Nadia Calviño, a la llegada de la reunión de Luxemburgo. Ahora su objetivo es que la Unión Europea tenga una “respuesta urgente y una respuesta fuerte”.

Pobreza energética

Datos como que en España el megavatio hora se pagara el viernes a 216 euros, el más alto de la historia, dan pistas de por qué la premura. Ya que ese incremento se traslada directamente a los casi 10,6 millones de hogares que tienen la tarifa eléctrica regulada y tiene consecuencias sobre los 16 millones que tienen una tarifa libre.

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También Grecia defiende una acción rápida para evitar el golpe muy duro sobre los hogares más vulnerables. “La inopia energética es un tema grave. El porcentaje de ciudadanos que no puede calentar su hogar es alto”, señala un documento de trabajo griego remitido al Eurogrupo, en el que puede verse que en Bulgaria ese volumen de hogares asciende al 30,1%; en Lituania, al 26,7%; en Chipre, al 21%; y en la misma Grecia, al 17,9%. “Por consiguiente, el incremento de los precios de la energía tendrá implicaciones socioeconómicas, en particular por el coste adicional de la energía para los consumidores de los 27 Estados miembros, que podría alcanzar alrededor de 100.000 millones de euros en el invierno de 2021-22″.

“Esto no es el final del proceso”, ha señalado Donohoe tras la reunión. Tanto él como Gentiloni han dejado claro que el debate continuará en las próximas semanas. En él se irán dibujando las diferentes posiciones de los Estados miembros. Algunos países como España ya tienen sus propuestas: compra conjunta del gas e intervención en el mercado de derechos de emisiones. También Grecia se decanta por esta última opción. Francia parece alinearse en estas posiciones, aunque de forma menos concreta. “Es hora de tener una respuesta europea y una visión del mercado energético”, señaló Bruno Le Maire, su ministro de Finanzas.

Más comedida es la posición que parece emanar de la Comisión. Antes de comenzar la reunión de Luxemburgo, el vicepresidente Valdis Dombrovskis admitía la importancia de la cuestión, pero también ponían el acento en que esta es una situación temporal. Algo en lo que también han insistido Gentiloni y Donohoe. En esta visión coinciden otros países como Alemania. Lo que rebajaría la envergadura de las medidas a adoptar, ya que, en su opinión, la crisis sería meramente coyuntural. Fuentes diplomáticas también señalan que a la hora de plantearse acciones hay que tener presente que los cambios estructurales profundos pueden llevar mucho tiempo y no estar listo para afrontar las urgencias de este momento.

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