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La banca tradicional teme el desembarco de los gigantes tecnológicos

Los logos de Amazon, Apple, Facebook and Google.
Los logos de Amazon, Apple, Facebook and Google.REUTERS FILE PHOTO / Reuters

Durante décadas se ha especulado con el salto que darían los grandes bancos americanos en su desembarco europeo. Incluso se llegó a decir que podían adquirir alguno español, como Banesto. El 17 de septiembre se conoció la respuesta: JPMorgan Chase Bank, el más grande de Estados Unidos y el sexto mayor del mundo por activos, anunció que lanzará un banco digital en el Reino Unido para expandirse por Europa y Latinoamérica. Es la primera operación fuera de Estados Unidos en sus 222 años de historia y aspira a revolucionar el sistema bancario tras asumir que invertirá cientos de millones de libras.

Este movimiento se ha interpretado como un paso de gigante para tratar de convertirse en una bigtech (un gigante tecnológico) de la banca. Quizá quiera anticiparse a Google, Amazon, Facebook y Apple (el grupo conocido como GAFA, por sus iniciales) y a las fintech, las aplicaciones financieras y neobancos. O, como apuntan los expertos, simplemente aprovecha el avance de la digitalización de la sociedad y el cambio de comportamiento de los clientes tras la pandemia. En cualquier caso, da el paso con el menor gasto posible: sin oficinas y con escasos empleados, todo será digital.

Los bancos tradicionales han convivido con el nacimiento de las plataformas financieras asumiendo que son nuevos jugadores incómodos. Poco a poco les han quitado clientes, comisiones (ingresos fijos muy valiosos en una época en la que los márgenes están hundidos por los tipos de interés negativos) y cuota de mercado. En algunos casos, los bancos clásicos han comprado alguna fintech para entrar con rapidez en determinados nichos de negocio o las han apoyado entrando en su capital como una inversión. El BBVA, por ejemplo, ha logrado grandes plusvalías con Atom, un banco en línea británico.

Los negocios donde ya compiten

Estos advenedizos tecnológicos se han centrado en negocios como la gestión de patrimonios (donde las comisiones de los bancos son altas), los sistemas de pagos, los seguros, las transferencias, las tarjetas de crédito y débito, y la financiación de bienes de consumo desde las páginas web (conocido como buy now pay later o compra ahora, paga luego). Desde el BBVA, David Puente, responsable global de Client Solutions, añade la compraventa de criptoactivos, los pagos a través de redes sociales y las promociones en marketplaces, plataformas que ofrecen descuentos en productos de marcas reconocidas.

Fuentes de todos los bancos consultados coinciden en destacar el fenómeno Bizum, la aplicación de pagos instantáneos y gratuitos lanzada por todo el sector, que cuenta con 17 millones de clientes, en buena parte jóvenes, y mantiene un fuerte crecimiento. Con este movimiento, la banca no ha logrado ingresos, pero ha logrado dos objetivos: cerrar el paso a otras fintech que hubieran podido crear esta aplicación y, así, retener clientes. Bizum no cotiza, pero alguno de estos protagonistas tecnológicos que sí lo hacen han vivido un crecimiento fantástico, como la plataforma de pagos Adyen, que en tres años ya vale casi tanto como el Santander y el BBVA juntos.

Como recuerda un alto ejecutivo bancario, que pide el anonimato, la mayor parte de estas empresas están en fase de expansión y asumen importantes pérdidas con los clientes que captan. “Sin embargo, los inversores les conceden altas valoraciones, algo que, con sus diferencias, recuerda a la burbuja puntocom de 2000, que en España tuvo como protagonistas a Terra y Patagon”, apunta.

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En Brasil, un mercado dominado por unos pocos bancos “con tarifas exorbitantes, burocracia y largas filas en sucursales físicas”, según un artículo de Financial Times, la noticia es Nubank por su próxima salida a Bolsa. Nubank, una fintech cuya valoración está en 47.000 millones de euros (más que Itaú, el mayor banco del país), tiene 40 millones de clientes y en 2020 perdió 37,5 millones de euros. Sin embargo, los analistas hablan de “un gran potencial de crecimiento en una de las industrias bancarias más lucrativas del mundo”. Muchos banqueros y supervisores se están fijando en los que ha ocurrido en China, donde gigantes tecnológicos como Alipay, Telcent o el buscador Baidu ofrecen servicios financieros y mueven miles de mdd.

Google y Amazon: cooperar, no competir

¿Entrarán las grandes tecnológicas occidentales en el mundo financiero europeo? “Google no compite contra la banca porque no quiere ser un banco. Google ofrece herramientas para ayudar a la banca a reducir las fricciones que a veces existen para con el cliente y se asocia con los bancos para ayudarles a tener más herramientas digitales. El objetivo es que la experiencia tecnológica con el usuario sea más beneficiosa para cliente y comercio”, afirman fuentes oficiales.

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Hasta el momento, Google solo tiene licencia para ser una entidad de pago electrónico “por lo que hablar de que somos los nuevos competidores de la banca está altamente alejado de la realidad”. Google entiende que con su plataforma de pago “los negocios reciben pagos de una manera más sencilla y los bancos fidelizan usuarios”. “Trabajamos de la mano con ellos y con gobiernos de todo el mundo”, añade.

Otro de los temidos gigantes, Amazon, también cuenta en España, desde 2017, con autorización como entidad de dinero electrónico. “A los clientes se les permite pagar por productos y servicios en otras páginas web con tan solo introducir los datos de acceso a su cuenta de Amazon”, afirman. En España no está disponible el pago a plazos, que sí existe en otras jurisdicciones. Preguntado por si Amazon llegará a ofrecer hipotecas y captará depósitos, como un banco más, rehúsa hacer “comentarios sobre posibles planes futuros”.

Cuatro razones para temer a GAFA

Por otro lado, según el informe Cómo las Bigtech están luchando por un mercado de 28,2 billones de dólares, publicado por CB Insights en junio pasado, Facebook “tiene como objetivo consolidar sus pagos con diferentes aplicaciones”. También pretende construir un imperio con el comercio electrónico, mientras se enfoca en tener una propia criptomoneda, aunque todavía no lo ha logrado. Apple, apuntan en el citado informe, también se centra en el pago con tarjeta, individual y de familia.

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Los limitados movimientos de los cuatro gigantes digitales no tranquilizan a los bancos tradicionales. Les temen por cuatro motivos: la buena experiencia de los clientes, los cientos o miles de millones de usuarios que tienen (lo que acaba con la tradicional barrera de entrada bancaria que sí funciona con las fintech), su desorbitado valor en Bolsa (que les permitiría llevar a cabo adquisiciones con facilidad) y las montañas de liquidez que atesoran, algo que engrasaría cualquier nuevo negocio bancario.

Así se refleja también en el último informe de Funcas, el centro de análisis de las antiguas cajas de ahorros, y KPMG, titulado Evolución de los servicios financieros como respuesta a la pandemia y la nueva realidad, de julio pasado. “Las bigtech actualmente cuentan con ventaja, no tan solo con respecto a regulación y supervisión, sino también desde un punto de vista de estructura tecnológica. Son nativas digitales y cuentan con una mayor capacidad de inversión en tecnología, además parten desde el inicio con el cliente, y no el producto, en el foco”, apunta el informe. “Pueden ser una seria amenaza en el sector financiero, entrando en aquellas partes del negocio que les resulten más interesantes y estén sujetas a una menor regulación, como pagos y financiación”, añaden.

La reacción de la banca frente a las tecnológicas

Adicionalmente estos expertos indican que podrían disponer de las entidades financieras como proveedores, ofreciendo la posibilidad de comparar y contratar productos que ofrecen los bancos a sus clientes, “lo que supondría desintermediar a las entidades financieras tradicionales”, concluyen.

El informe aconseja a los bancos que ofrezcan servicios de asesoría virtual, personalizando a cada cliente con la explotación de los datos, de modo que les permita brindar “un servicio con valor añadido, fidelizando a su base de clientes”. Pero esto es más fácil de decir que de hacer porque los bancos tradicionales parten de enormes estructuras que frenan la agilidad que exigen estos objetivos.

La mayor fuga de clientes de los bancos tradicionales son los jóvenes, también nativos digitales. David Puente, del BBVA, admite que los cambios sociales por la digitalización han elevado la competencia con las tecnológicas “y se elevará en el futuro, pero también hay una oportunidad enorme en la búsqueda de nuevos modelos de negocio y de soluciones cooperativas. En el BBVA somos pioneros en la digitalización y acompañamos a nuestros clientes en la adopción acelerada y masiva de estos nuevos hábitos”. Y apunta que el camino pasa por que los gigantes digitales y empresas de otros sectores, como la telefonía, “establezcan alianzas con la industria financiera, que cuenta con la confianza de los supervisores y consumidores como custodios de su dinero”.

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Fuentes del Santander admiten que la pandemia ha acelerado la digitalización de todas las compañías, también de los bancos, “que están adaptando su propuesta comercial a las nuevas demandas y hábitos de consumo y tienen que ofrecer la mejor experiencia de cliente, compitiendo con otros bancos y las grandes tecnológicas en algunos segmentos”. Recuerdan que el Santander ha desarrollado su propio modelo digital para jóvenes, SmartBank, en donde ofrecen no solo servicios financieros, “sino utilidades sobre educación, formación, ocio e incluso una herramienta que ayuda a encontrar la carrera que más se adapta a sus capacidades y conocimientos”.

“La maldición del depósito”

Desde CaixaBank, una de las entidades más activas en el área tecnológica, su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, apunta que “la digitalización es un reto, pero no una amenaza, porque si sabemos gestionarla adecuadamente, es una inmensa fuente de oportunidades que nos permite dar un mejor servicio a nuestros clientes a la vez que mejora la eficiencia de nuestros procesos”. En opinión de este veterano banquero, la tecnología “reduce las barreras de entrada para nuevos jugadores, lo que son buenas noticias para nuestros clientes, porque mejora la competencia y obliga a todos a ofrecer un mejor servicio”.

Su pronóstico de futuro es que los gigantes tecnológicos avanzarán en su competencia en préstamos. “¿Se convertirán en un banco?”, le preguntó recientemente Servimedia: “Lo dudo porque existe la maldición del depósito: Si uno recibe depósitos, sobre él cae toda la regulación y la supervisión y no creo que ni Amazon ni Google tengan mucho interés en que sobre ellos caigan estos niveles de regulación”, respondió el directivo.

Francisco Uría, socio responsable global de banca en KPMG, está convencido de que los GAFA serán finalmente regulados por los supervisores. “Estas firmas son clave para nuestra vida diaria, que colapsaría si dejan de funcionar. También los bancos. Por eso creo que llegará una regulación, pero no sé hasta dónde”, sostiene.

Revolut: “Pediremos licencia bancaria”

Ignasi Giralt, responsable de Revolut en España.
Ignasi Giralt, responsable de Revolut en España.

Revolut se define como “una aplicación para gestionar todo lo relativo al dinero”, que empezó especializándose en transferencias. Ignasi Giralt, responsable de Crecimiento de la firma, explica que cada vez ofrecen más servicios como tarjetas, descuentos en las compras, inversión en criptomonedas y materias primas… y aspiran a ser un banco “en el Reino Unido y Estados Unidos”.

Ahora Revolut solo tiene licencia de dinero electrónico, por lo que los fondos de sus clientes los depositan en otros bancos. Tienen 650.000 clientes en España y 16 millones en el mundo. Giralt dice que crecen porque son más innovadores que los bancos, más baratos y ofrecen los productos adecuados. “Podríamos ser rentables si paráramos la expansión internacional, pero no lo haremos porque tenemos campo para crecer”, afirma. Y recuerda que el beneficio bruto, antes de gastos, de 2020 fue de 215 millones de euros.

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“N26 es un banco y una tecnológica”

Marta Echarri, directora general de N26 para España y Portugal
Marta Echarri, directora general de N26 para España y Portugal

Marta Echarri, directora general de N26 para España y Portugal, cree que detrás de su éxito en la captación de clientes está que no cobran comisiones, que operan 100% a través del móvil y que solo se paga por los servicios contratados, sin tener que vincularse ni firmar otras condiciones. Hasta agosto pasado tenían 730.000 clientes en España, un 28% más que al arrancar 2021, y el 64% tienen entre 25 y 50 años.

Echarri afirma que ofrecen “lo mejor de los dos mundos: la seguridad de un banco y la eficiencia y tecnología de una fintech”. “Los europeos y los españoles están descontentos con sus bancos que, tras toda la vida con sus ahorros, ahora le aplican nuevas comisiones o le obligan a contratar productos que no necesitan”, agrega.

N26, un banco alemán que ahora ya cuenta con IBAN español, ampliará sus productos a los seguros y “las compras a plazos de tres o seis meses para que los clientes puedan planificar mejor sus gastos”.

“La clave de Orange Bank es ser móvil”

Logo de Orange Bank.
Logo de Orange Bank.

Narciso Perales, el responsable de Orange Bank en España, considera que su valor diferencial viene dado “por nacer desde el corazón de una operadora telefónica”. “Nos ha permitido ver lo que nuestros clientes demandan en su móvil”, dice, y extraer enseñanzas para ser “un banco diferente, práctico y sencillo”.

Perales también destaca como otros atractivos la ausencia de comisiones y que no se exige permanencia. Lleva dos años en España y su gancho principal ha sido remunerar al 1% las cuentas, aunque ahora lo ha reducido al 0,5%. “Los modelos de negocio del futuro no van a ser como los del pasado, y los bancos digitales tenemos oportunidades para crecer diferentes de las de la banca tradicional”, afirma.

Orange Bank cuenta con “más de 125.000 clientes con una edad media de 42 años” y está en plena expansión de productos. Incrementarán la cartera con la financiación al consumo.

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